Es de bajo perfil como los gatos. A regañadientes, el poeta Elkin Restrepo acepta el inri de intelectual para recibir premios como el León de Greiff al mérito literario que le otorgó una encopetada gavilla liderada por Eafit.
Los reflectores no lo desvelan. Prefiere el silencio creador de la biblioteca, el “cacofónico” bullicio del aula, la “ecolálica” tertulia o el “onomatopéyico” salón de lectura.
Se sometió al ritual de la charla con la editora Claudia Ivonne Giraldo, pero nunca para tirar línea metafísica sobre los intríngulis de su oficio. Esas minucias se las dejó al jurado y a los lectores que chorreamos la baba por su vida, milagros, poesía, literatura, dibujos, grabados, docencia, edición de libros y revistas.
En cada uno de estos oficios...