Produce dolor, por decir lo menos, el himno de las Farc en el recinto del Senado de la República. Aunque el presidente de la corporación negó que él lo hubiera autorizado, después de unos días defendió el haberlo interpretado en el Capitolio Nacional.
No los vi pero supongo que los senadores enmermelados estaban firmes, con la frente en alto, la mano en el pecho para escuchar los latidos de un corazón emocionado, la piel de gallina por tan glorioso acto. El corazón que se quería salir por la emoción de escuchar ese himno de guerra, de una guerra que parece que perdimos y ahora merecen darles todo, el país entero para el cultivo de drogas ilícitas, veredas con posición estratégica para poder sacar esa droga a los países vecinos y a nuestros dos...