La Iglesia católica es blanco fácil para la crítica. Resulta aún más sencillo cuestionarla cuando hay quienes se empeñan en defenderla únicamente a través de la emoción, como si no fuera posible aducir argumentos racionales sobre ella como institución aglutinadora, y motor de cambio social.
La alocución inaugural en la Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal a cargo de su presidente, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, superó el discurso protocolario para constituirse en una acción –de carácter político y de compromiso moral– arriesgada frente a la coyuntura del país. Es un llamado para quienes crecieron en la fe y siguen aferrados a ella, y para quienes la hemos perdido.
Después de haber participado en la ceremonia...