La presidencia de Barack Obama centró sus esfuerzos políticos en asuntos internos, pero, al final de sus días, se preciaba de dos grandes triunfos en relaciones internacionales. El primero, de capital importancia para el hemisferio, fue el anhelado descongelamiento de las relaciones con Cuba tras un bloqueo de más de medio siglo. El segundo, y quizá más importante para la geopolítica, fue el acuerdo nuclear alcanzado con Irán. Ambos, resultado de un paciente hervor diplomático de varios años, son ahora el objetivo del desquiciado que habita la Casa Blanca.
Con Cuba, Trump plantea volver a la época de incertidumbre y seguir las ideas que no llevaron a nada desde la Guerra Fría. Sanciones económicas, discursos subidos de tono, retiro de cuerpos...