Este 2016, que pasará a la historia como un año extraño, convulso e incomprensible, ejemplo de esperanzas y al mismo tiempo ventana a los mayores terrores, también nos ha enseñado cuán fácil es mentir a lo grande.
Y no me refiero a las frases que esquivan la verdad y se acomodan a los discursos políticos del momento. No. Eso ha ocurrido siempre. Hablo de usar la mentira como centro de las arengas populistas que pretenden direccionar a una ciudadanía desilusionada, desconfiada y temerosa. Porque todo conduce a la formación del miedo como camino para la toma del poder.
Miedo al otro. Miedo a las instituciones. Miedo al gobierno y a la democracia misma. El miedo absoluto para que un sujeto (hombre como Donald Trump o mujer como Marine Le Pen) reciba...