En Colombia diversas circunstancias –entre ellas la desunión de la izquierda armada y el narcotráfico– hicieron que tuviéramos una paz por cuotas. Visto en retrospectiva, el acuerdo que se firmó el pasado 24 de agosto para el desarme y desmovilización de las Farc es el décimo que tenemos en el país desde 1990 para combatientes ilegales. Su peso específico radica en que se trata de uno de los grupos más antiguos, grandes y dañinos que ha soportado la sociedad colombiana, y de ahí su importancia.
Es el décimo proceso con organizaciones que tenían motivaciones políticas –incluyendo las paramilitares– pero no el último. Efectuados el desarme y la reinserción de las Farc, habríamos resuelto, digamos el 70 % del problema nacional y el total en algunas...