La rebeldía no es patrimonio exclusivo del insatisfecho. “Soy rebelde porque el mundo me hizo así...”, suena en la radio del bus. “Ilumíname, Señor: ¿qué voy a hacer con este muchacho tan rebelde?”, susurra en secreto la madre, de rodillas, frente al altar.
En las últimas décadas, el centro de Medellín ha sufrido múltiples despojos: su centralidad política fue trasladada al gueto de La Alpujarra; la económica migró a la Milla de Oro, y la cultural se atomiza permanentemente. Los más rebeldes subsisten (grupos de teatro), y otros migran (Los libros de Juan), en tanto muchos perecen nadando contra la corriente (Librería Aguirre).
Luis Fernando González, urbanista y docente de la Universidad Nacional, manifiesta sobre la generación de subcentros...