Es un rompecabezas fétido. Primero el cemento, después los tarjetones, siguieron las togas. Primero fue Odebrecht en un caso directamente relacionado con su actividad económica, la construcción de obras de infraestructura. Después Odebrecht, de modo más tangencial, en un proyecto político que garantizaba no tanto la elección de unos congresistas sino de un presidente de la república. Después poco o nada de Odebrecht; la conjura de magistrados de la Corte Suprema de Justicia para poner el Estado a su servicio.
El caso de las carreteras carece de interés. Se trata de un asunto de ladrones: funcionarios de segundo nivel cuya valía era estar cerca de los centros de decisión, algunos ministerios, la Agencia Nacional de Infraestructura, la Casa de...