Erasmo de Rotterdam formuló a finales del renacimiento el ideal humanista, que negaba la guerra como la forma más grosera y violenta de dirimir las contradicciones y que pregonaba la humanización venidera e imparable de la humanidad y el triunfo de la razón clara y justa sobre las pasiones egoístas de los hombres. En los terribles momentos de las guerras religiosas en que las masas enloquecidas tomaron partido y el mundo se dividió entre católicos y protestantes, Norte y Sur, germanos y romanos, Erasmo se rehusó a optar por uno u otro partido. No se puso del lado de la Iglesia católica, ni del lado de la Reforma liderada por Lutero. Se aisló, huyó de la guerra, se escondió para salvar la joya de su espíritu, que es la fe en la humanidad. “Erasmo...