El Ministro del Interior es experto en cortinas de humo. Las usó mucho cuando estalló el escándalo del 8.000 y él era del sanedrín de Samper. Así que no tengo duda de que ahora sus propuestas sobre la reforma política tienen la doble intención de apuntalar su precandidatura y, al mismo tiempo, distraer a la opinión pública y a los medios de comunicación del caso Odebrecht (O).
Pero no es tiempo de pasar esa página. Voy por orden: no se puede desatar una cacería de brujas. Mucha gente seria y honesta tuvo contratos con O mientras que ella se reputaba como la más grande y eficiente compañía de ingeniería de América Latina. Esas relaciones legítimas no pueden ensombrecer la reputación de quienes las hayan tenido.
Sin embargo, tienen que caer todos...