La demostración de la capacidad de protestar con espíritu cívico y en paz contra el desgobierno, protagonizada el sábado por decenas de miles de personas de Medellín (y de otras ciudades, claro), no les gusta a los ciudadanos que forman parte de una minoría oficialista y conforme con el estado de cosas, pero implica una resonante llamada de atención al mandatario actual para que entienda que un país no puede seguir manejándose con la exclusión de la mayoría ni con la proscripción de las voces opositoras de distintas corrientes, ni con los consejos de asesores miopes y desconectados de una realidad evidente.
Es innegable que en la marcha del sábado hubo una presencia significativa del Centro Democrático y del expresidente Uribe. Pero es un despropósito...