El país necesita una transformación radical y profunda que toque todas las esferas de la vida institucional; el actual modelo de organización social y política no funciona porque los delincuentes y los corruptos de todos los pelambres, cooptaron al Estado y al mundo de “lo privado”. Ante ellos casi sucumbieron la familia, la educación, la industria, las organizaciones sindicales, políticas y religiosas, los medios de comunicación, los gremios, los cuerpos armados oficiales, etc.; todo está muy deteriorado y, como me dijo un querido amigo sacerdote, no se necesitan más diagnósticos es necesario dar un paso adelante para emprender el cambio.
Por ello, ante ese desbarajuste colectivo se requiere una verdadera asamblea constituyente, no una hechiza...