Esta semana fui a El Carmen de Viboral a celebrar los 80 años de vida del poeta José Manuel Arango. No a conmemorar su muerte. Los dos hablamos de eso cuando agonizaba en una clínica de Medellín hace 15 años. Él me dijo que pensaba que ya no volveríamos a vernos. Yo le dije que los hombres como él no morían, y le recordé unos versos de Emily Dickinson que dicen:
Incapaces de morir son los que aman / pues el amor transforma la vida en eternidad.
Mientras hablaba con sus lectores, sentí una vez más que a medida que pasan los años José Manuel y su obra están cada vez más vivos.
Que lo diga la gente que lo lee no solo en Colombia sino en los países del mundo donde sus poemas han sido publicados y traducidos. Que lo digan sus editores: la Universidad...