Le salió al revés a Petro lo de ser “líder mundial”: 5 fracasos
Pasados más de tres años de mandato, todos los frentes de su política exterior tienen desaciertos, tropiezos y efectos negativos para el país. ¿Puede corregir?
Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá. Máster en audio digital y pódcast del Centro de Estudios Superiores Barreira en España. He desempeñado distintos roles en Colmundo Radio, El Tiempo y Noticias RCN. En EL COLOMBIANO cubro al presidente Gustavo Petro y hago investigaciones periodísticas. Cocinero aficionado, melómano y cinéfilo.
Gustavo Petro soñó con ser líder mundial antes de ser líder nacional. Cuando asumió el poder, hace más de tres años, el mandatario dijo que su Gobierno estaba listo para liderar una “integración latinoamericana alrededor de la lucha contra el cambio climático” y el cambio de relación de varias potencias como Estados Unidos y China.
Pero haciendo el balance, según expertos consultados, el saldo de la política exterior del presidente Petro está en rojo. Es más, en las últimas semanas, desde que dio un polémico discurso en la Asamblea de Naciones Unidas en Nueva York, todo le ha salido al revés: Trump le quitó la visa estadounidense, Israel y Hamás firmaron una tregua y liberaron a los rehenes, le dieron el premio Nobel de Paz a María Corina Machado y la complacencia con el régimen chavista aumenta.
Aún así, precisamente para ese discurso en la ONU, el petrismo desplegó una estrategia en redes sociales llamada #PetroLíderMundial, en donde citaban frases e ideas del mandatario para el escenario internacional que no tienen evidencia y por tanto se convierten en “globos” lanzados a una audiencia internacional que parece ignorarlo o no corresponderle.
Según el internacionalista y profesor de la U. Javeriana, Manuel Camilo González, el mandatario colombiano moviliza sus recursos para intentar influir en la escena global, pero “no ha sido efectivo. No tiene la misma capacidad de otros gobiernos para influir como él cree. No necesariamente en Medio Oriente”. El experto señala que Petro, quien es actualmente el presidente pro tempore (por un tiempo) de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), no haya logrado unir los esfuerzos de la región “frente a varios fenómenos como el cambio climático o la migración. Hemos tenido un liderazgo que no ha sido convocante”.
Además, el profesor González anota que los discursos en la ONU no tienen necesariamente un impacto en la práctica. “Más bien, lo que hemos visto es un tono confortativo que no ha tenido relevancia. Simplemente se queda en el golpe mediático, pero no se traduce en la práctica de la política internacional”, concluye.
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En tres años, Petro completa cuatro ministros de relaciones exteriores. Primero, fijo una “agenda de paz” con el cuestionado excanciller Álvaro Leyva, pero desde allí su gran apuesta fue tomar partido en el conflicto en Gaza y olvidar otros frentes que inciden más en los colombianos como el de la frontera con Venezuela o la relación con los Estados Unidos. Lejos de corregir, parece que el mandatario se va a radicalizar aún más estos últimos meses.
La envidia con el Nobel de Paz para María Corina Machado
Tras el premio Nobel de Paz a la opositora venezolana María Corina Machado, el presidente Petro reaccionó con envidia, según críticas de sus opositores. Desde 2024, el jefe de Estado pensaba que él estaría considerado como candidato para ganar ese prestigioso reconocimiento —que ganó Juan Manuel Santos en 2016— pero la realidad es otra; lo que sucedió es que un parlamentario noruego de izquierda lo intentó nominar en un paso previo a las candidaturas oficiales.
En cambio, su reacción frente al reconocimiento a Machado podría calificarse como mezquina e imprecisa pues cuando se supo la noticia felicitó a una Nobel de Paz de 2004 que falleció en 2011, la africana Wangari Maathai. Luego, le recriminó a Machado que ella había pedido apoyo al primer ministro Benjamín Netanyahu en 2018 para ayudar a Venezuela y por eso no tenía credenciales, según Petro, para ostentar el premio más importante a nivel mundial sobre la paz.
La relación casi rota con Estados Unidos: efectos negativos para el país
Este frente de la política exterior de Petro es uno de los más caóticos. No pasó ni una semana desde la posesión del presidente Donald Trump en Estados Unidos en enero de este año y el mandatario colombiano ya estaba peleando públicamente con él. Al punto, de que por poco se rompen las relaciones bilaterales con el aliado histórico de Colombia en la región por un mensaje en redes sociales en la madrugada. Aunque ese episodio finalmente se controló, pero lo que ha sucedido todo este año supera cualquier antecedente.
Lo más reciente ocurrió en Nueva York a finales de septiembre cuando el presidente Petro, con megáfono en mano, le pidió a las tropas norteamericanas que no obedecieran las órdenes de Trump frente al conflicto en Gaza. Esto le valió a Petro y a parte de su gabinete el retiro de la visa estadounidense, pero también tiene otros efectos negativos para el país en materia económica y diplomática.
Además, semanas atrás, Estados Unidos descertificó parcialmente a Colombia en la lucha contra el narcotráfico. Como respuesta, Petro dijo en la ONU que Trump es cómplice de genocidas, como Netanyahu, y además pidió un proceso penal en su contra por derribar lanchas en el Caribe con drogas en las que estarían colombianos a bordo, sin que aún se haya confirmado esa información.
Según expertos y diversos análisis, ambos mandatarios son erráticos en su forma de actuar y comunicar, pero Colombia tiene las de perder en esas discusiones.
La obsesión con Palestina en Medio Oriente, pero no con la Palestina en Colombia
En mayo de 2024, Petro anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel por la guerra en Gaza y expulsó a los diplomáticos. Esa decisión abrupta tuvo consecuencias en la cooperación militar y logística: puso en riesgo suministros, contratos y soporte técnico relacionados con material de origen israelí en Fuerzas Armadas y Policía (mantenimiento, repuestos, entrenamiento).
Podría decirse que fue una medida simbólica, pero produjo pérdidas prácticas en cooperación de defensa y en relaciones técnicas que tardan en reconstruirse. El mandatario colombiano, como tantos otros, ha criticado con dureza el genocidio cometido en la Franja de Gaza por parte de Israel que ha cobrado más de 69.000 muertos. Pero no ha criticado con la misma fuerza el atentado terrorista de Hamás en el que murieron 1.200 personas y produjo decenas de secuestrados que han sido liberados en los últimos días, gracias al acuerdo impulsado por Donald Trump.
Pero quizá lo que genera mayor indignación en los opositores y críticos del presidente Petro es que su respuesta a los conflictos internos en las regiones de Colombia, olvidadas por el Estado y a la merced de los grupos armados, no es igual.
Para solo citar un caso, hace unos días ocurrió la masacre número 63 registrada en Colombia durante 2025 según el listado de la Fundación Indepaz. Esta fue perpetrada en el municipio de Palestina, sí, otra Palestina, en el departamento de Huila, que dejó 3 personas muertas.
El silencio frente a la Palestina que está dentro de Colombia se suma al que ha mantenido Petro frente a la escalada de violencia que ha aumentado contra la Fuerza Pública en los departamentos de Cauca, Norte de Santander, Nariño, Valle del Cauca, Arauca y Chocó, donde diversos actores armados ilegales han fortalecido su presencia y multiplicado su capacidad.
Petro se quedó corto con su apuesta contra el cambio climático, ¿humo?
Una de las principales banderas del presidente Petro, con la que pretendía convertirse en “líder mundial”, era la lucha contra el cambio climático. Pero pasados tres años todo indica que fue más simbólica que realmente efectiva su apuesta.
No se ha logrado asegurar recursos internacionales ni paquetes de inversión privada. Esto ha debilitado la credibilidad del país ante socios multilaterales y ha dejado sin respaldo financiero muchas metas de descarbonización. Por ejemplo, el anuncio de no otorgar nuevos contratos de exploración petrolera y carbonífera —sin un plan alternativo robusto— generó señales confusas para inversionistas.
A nivel doméstico, la falta de una estrategia clara de consulta previa y acuerdos sociales con comunidades ha provocado bloqueos, litigios y retrasos en proyectos energéticos, incluso en los orientados a la transición. Esto ha frenado avances técnicos y elevado los costos de implementación.
Mientras se critica el modelo fósil, el gobierno ha dado señales ambiguas frente a proyectos de gas, minería de transición y explotación en zonas sensibles, lo que ha generado desconfianza tanto en comunidades como en el sector privado.
Uno de los errores más evidentes ha sido la falta de aterrizaje técnico y financiero de sus propuestas. Aunque Colombia ganó visibilidad en foros climáticos globales, la verdad es que de ahí no ha pasado. Por ejemplo, la propuesta de Petro de cambiar deuda externa por acción climática no ha tenido avances.
Consultada por EL COLOMBIANO, Estefanía González, subdirectora de la organización Greenpeace Andino, explica que “no se han visto avances significativos en la propuesta. Estamos en tiempos en los cuales necesitamos acción climática y de biodiversidad ya, y esta no puede esperar y depender de acciones que no están ocurriendo”.
“Pasito” con el dictador venezolano Nicolás Maduro, ¿a cambio de qué?
La relación entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro ha sido de complacencia, sobre todo desde el mandatario colombiano con el régimen chavista. En estos tres años podría decirse que fue un acierto reabrir la frontera que comparten ambos países al restablecer las relaciones que venían rotas desde el gobierno de Iván Duque. Pero, de ahí en adelante, no ha sucedido mayor cosa en beneficio de Colombia.
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En cambio, los impactos económicos y políticos esperados no se materializaron con la intensidad prometida. El Gobierno Petro quedó “atrapado” por Venezuela porque no ha sido enfático en reprochar el robo de las elecciones de julio de 2024 en las que Maduro se volvió a autoproclamar presidente.
En la práctica, por ejemplo, Venezuela tiene retenidos arbitrariamente a 38 colombianos hace más de un año, sin procesos judiciales abiertos y tratados como “paramilitares” sin ninguna prueba que se conozca. De nada ha servido la cercanía entre ambos países porque el chavismo utiliza como moneda de cambio a presos políticos para chantajear a otros gobiernos como el de Petro.
Además, el mandatario colombiano insiste en que las sanciones económicas o embargos contra Venezuela deben levantarse para garantizar unas elecciones libres, algo que es inviable pues ya hubo elecciones y el chavismo se las robó, según diversos organismos independientes como la Fundación Carter.