Cultura

“Todos los poetas van al cielo”: murió Juan Gustavo Cobo Borda

Poeta, ensayista, librero, editor, por nombrar algunos de sus oficios. Desde 1993 era miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Este año fue homenajeado por la Biblioteca Nacional. Tenía 73 años.

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

05 de septiembre de 2022

Con la muerte de Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá 1948-2022) se cierra una de las trayectorias intelectuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX colombiano. Hijo de un republicano español y de una prima hermana de Jorge y Eduardo Zalamea Borda, encarnó en la plenitud del sentido la palabra polígrafo: escribió poemas, ensayos, crítica literaria. Además, fue librero, fundador y director de revistas, curador de antologías, funcionario del sector cultural —subdirector de la Biblioteca Nacional, subdirector cultural del Ministerio de Relaciones Internacionales, consejero de la Presidencia de la República—.

En 1974 publicó su primer poemario Consejos para sobrevivir. Esas páginas ya destilan la cruda lucidez del escritor desencantado con la lira. El poema Poética cuestiona de raíz un oficio en el que Cobo Borda reincidió con más de once títulos: “¿Cómo escribir ahora poesía,/por qué no callarnos definitivamente/y dedicarnos a cosas mucho más útiles?/(...) ¿Se aclara algo con semejante ovillo?/Nadie la necesita:/residuo de viejas glorias,/¿a quién acompaña, qué heridas cura?”.

Discípulo de Jorge Luis Borges y de Constantino Cavafis, la poesía fue la línea transversal de la escritura de su escritura. No solo la escribió, también diseccionó la de sus coterráneos en ensayos que en más de una ocasión produjeron escándalo en el poetariado nacional.

En La tradición de la pobreza sostuvo, por ejemplo, que la lírica colombiana resulta poco importante en el universo de la lengua española. Reafirmó la idea en Historia portátil de la poesía colombiana: “La poesía colombiana, más allá de las fronteras patrias, no parece contar en el ancho mundo de la lengua española, en ningún sentido”. Afirmaciones de este tipo resultaron chocantes, duras de tragar para un pueblo acostumbrado a ceñir la frente de los poetas con diademas de laurel y de levantarles pedestales y estatuas.

Este espíritu irreverente impregna sus poemas. Al respecto escribió en Ajuste de cuentas (2014), el ensayista Harold Alvarado Tenorio: “Cobo Borda tiene un buen número de textos donde critica y fustiga nuestra historia y nuestro presente”. En esa dirección apuntan los versos de Padres de la Patria: “Nuestra historia se reduce/ a esa larga teoría/de reptiles afelpados”.

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Osado y audaz

Uno de los primeros en reaccionar a la noticia del fallecimiento de Juan Gustavo fue el director editorial de Planeta, el novelista Juan David Correa. En el trino habló de partida de un osado y audaz editor. En diálogo con EL COLOMBIANO, Correa añadió: “Fue un gran animador de la cultura en Colombia, de la cultura del libro. Estuvo al frente de la Biblioteca Colombiana de Cultura, en Colcultura, a mediados de los setenta. Allí fácilmente uno puede contar 300 o 400 títulos coordinados bajo su mirada. También fue el impulsor de la Biblioteca Familiar Colombiana. Siempre estaba pensando en cómo abrirles caminos a los libros en este país”.

En efecto, los títulos publicados por Colcultura —volúmenes a bajo precio y de tamaño reducido— son un inventario exhaustivo de la producción intelectual del país. Hay textos sobre los que el tiempo ha acumulado capas de olvido y otros, por el contrario, que ahora hacen parte de las listas canónicas de la literatura colombiana.

Quizá el caso más sobresaliente de los segundos sea el de Qué viva la música, del escritor caleño Andrés Caicedo, muerto poco después de recibir ejemplares de la edición príncipe.

Cobo Borda, además, fue uno de los más entusiastas comentadores de las obras de Gabriel García Márquez —El arte de leer a García Márquez, Para llegar a García Márquez—y de Álvaro Mutis —Para leer a Álvaro Mutis—.

La afición por las letras de los dos novelistas colombianos con mayor cantidad de premios extranjeros y de prestigio más alto llevó a Juan Gustavo a publicar un ensayo que propone una lectura en paralelo del universo de Macondo y del de Maqroll el Gaviero. La obra lleva por título Lecturas convergentes y en la portada reproduce el rostro de los autores, ambos sosteniendo el rostro con la mano.

Precisamente fue Álvaro Mutis—fallecido en Ciudad de México en 2013— quien mejor perfiló al hoy desaparecido poeta. El destino de ambos se cruzó cuando el autor de La mansión de Araucaima visitó en Bogotá la librería Buchholz, en la Jiménez, sitio en el que entre arrumes de libros Juan Gustavo aprendió el oficio de librero y contrajo el virus de la poesía. “Lo primero que hice fue preguntar por el autor de El baile de los Libertadores y de Así es Colombia, y me encontré con el sonriente y corpulento bachiller de la Librería Buchholz. Nunca me he perdonado la torpeza de una distracción tan necia. Había perdido casi un año el placer de hablar de esas cosas que solo con Cobo Borda, desaparecido Hernando Téllez, adquieren todo su sentido, toda la agudeza”, escribió en una reseña a la obra de Cobo Borda.