Cultura

La música no es un deporte, no hay rivales como en el fútbol. Acá ganan todos”: Los Auténticos Decadentes

La banda argentina vuelve a Colombia para el Festival Cordillera con una misión: celebrar el disco Mi vida loca, donde están éxitos como Mi guitarra. En entrevista con EL COLOMBIANO, Jorge Aníbal ‘Perro viejo’ Serrano —guitarrista, una de las voces principales y fundador del grupo— habló sobre su recorrido, las anécdotas en Colombia y la vigencia de sus canciones.

Comunicadora social con énfasis en Periodismo y Audiovisual de la Javeriana. Ha trabajado para El Tiempo, Portafolio, Directo Bogotá y ahora en EL COLOMBIANO. Apasionada por temas de cultura, género y derechos humanos.

hace 2 horas

No tenían dinero, las mujeres los ignoraban —a pesar de sus comprometidos intentos de coqueteo—, no los dejaban entrar a fiestas y al revisar sus bolsillos notaban que no tenían dinero. “Qué decadencia”, decían antes de reírse.

Jorge Serrano, guitarrista y vocalista de Los Auténticos Decadentes, se sigue riendo al contarlo. Dice que esa era la frase favorita de “los chicos” —refiriéndose a sus compañeros—, quienes al final adoptaron aquel concepto como nombre de la banda. Sin embargo, Serrano también dice que a lo mejor el término decadente no es el más adecuado. “Nunca estuvieron arriba y decayeron, siempre estuvieron abajo. A lo mejor Cucho y ellos eran miserables”, aseguró.

De los trece integrantes, cuatro están desde el inicio: Gustavo ‘Cucho’ Parisi (Voz principal); Jorge ‘Perro viejo’ Serrano (Voz y guitarras); Gastón ‘Francés’ Bernardou (Percusión) y Daniel ‘La Tierna’ Zimbello (trombón). Ninguno olvida cómo empezó todo. Ellos, junto a exmiembros como Braulio ‘Barulio’ D’Aguirre y Marcelo ‘El negro Sting’ Murzabal, se aferran a la historia para mantener una identidad: eran decadentes antes de formar una banda.

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Reírse de sí mismos y aceptar su decadencia conquistó escenarios. Cantaron lo que muchos piensan. “No quiero trabajar”, dijeron en La guitarra, canción que los consolidó en la radio y que con el tiempo se convirtió en un himno del rock en español. Ellos querían “tocar la guitarra todo el día” y así fue. Con el tiempo, no solo se trataba de sus letras, sino que sus ritmos conquistaron otros escenarios.

En el estadio de Boca Jrs., La Bombonera, las barras cantan “es mi ilusión volver a verte, para volver a correrte”, al ritmo de Cómo me voy a olvidar, canción de 1997.

Todos lo agradecen. Los Auténticos Decadentes aseguran que los estadios fueron parte crucial de su marketing. Ahora, irónicamente, tocar la guitarra y cantar se convirtió en su trabajo, y lo hacen con gusto para darle una vida buena a sus hijos.

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En entrevista con EL COLOMBIANO, el guitarrista Serrano no solo recordó los inicios de la banda, sino también el camino que los llevó a consolidarse como una de las agrupaciones de rock más aclamadas en Latinoamérica. Esto dijo a pocos días de presentarse en el Festival Cordillera, en Bogotá.

Los Auténticos Decadentes pisaron suelo colombiano por primera vez en 1996, cuando se presentaron en el Festival Rock al Parque. Un año después del lanzamiento de Mi vida loca. ¿Recuerdan ese rockal? ¿Qué se siente celebrar estos 30 años de nuevo en Bogotá?

“Fue buenísimo. Rock al Parque fue y es uno de los festivales latinoamericanos más grandes, y el primero de esa magnitud. Para nosotros fue increíble por el tamaño, por el público. Me acuerdo que la gente saltaba y era como un estacionamiento: el piso era de cemento, pero se movía por la cantidad de gente que había. También me dio risa porque nadie nos conocía mucho en esa época.

Cuando salimos a tocar, Cucho dijo: ‘Bueno, ahora vamos a tocar una cumbia’. Hasta ese momento todo iba más o menos bien, pero en ese tema —que cantaba yo—, cuando Cucho anunció que era una cumbia, la gente nos empezó a tirar monedas, botellas... nos tiraban de todo, porque en esa época la cumbia todavía no era bien vista dentro del rock. También nos cantaban el “5-0, 5-0” de la goleada de Colombia a Argentina. Pero el show estuvo buenísimo porque no lo tomamos como rechazo. Fue un traspié que recuerdo porque me hace pensar: Mirá cómo han cambiado los tiempos.

En esa época había prejuicios contra la cumbia, una música folclórica alucinante. Hoy ya todo está mucho más integrado, los géneros conviven y hay un crossover total, lo cual me parece magnífico. Espero que Los Decadentes hayamos ayudado a que eso sucediera”.

Se han vuelto parte de la cultura, tanto política como futbolística. ¿Lo esperaban, se sienten cómodos con eso?

“No lo esperábamos, pero nuestro espíritu siempre fue hacer que las canciones tuvieran ese aire de hinchada para que la gente las cantara. La guitarra o La marcha decadente están hechas para que te acompañe el público. Esa actitud de cancha se tradujo naturalmente. Y cuando pasa, es una aprobación popular enorme, mucho mayor que la radio o las ventas, porque es algo espontáneo. Lo vivimos con orgullo y alegría, sobre todo porque atraviesa todas las hinchadas, no es que la cante una sola. Se vuelven himnos. Siempre quisimos que nuestras canciones fueran himnos en el sentido de ser cantadas por mucha gente junta. Por eso nuestros shows no son para observar, sino para participar: cantar, bailar.

Eso le da pureza, como un diamante. Es un logro enorme que viene de nuestro gusto porque la gente nos acompañe. Siempre fue nuestra intención, aunque no lo hacíamos pensando que iba a suceder fuera de los shows. Lo planeábamos para la interacción en vivo: acá canta la gente, acá bajamos, acá volvemos a subir”.

Y así es como la música puede unir a personas que piensan distinto. La música se vuelve una alternativa contra la violencia.

“Por supuesto. Respecto a la violencia, en nuestros shows no la permitimos. A veces nos ve público de distintas hinchadas y siempre decimos que no es un lugar para pelear. Si pasa algo, paramos el show. Somos totalmente antiviolencia. La música no es un deporte, no hay rivales como en el fútbol. Acá ganan todos: todos los públicos, todas las músicas. Cuanto más se compartan, mejor. La música une, no divide. Ojalá las hinchadas aprendieran eso, como cuando en un Mundial se unen todas alentando al mismo país. Imagínate si a nivel mundial todos hincháramos por el planeta Tierra. Eso es lo lindo de la música: te une, pero no contra alguien”.

Ya pasaron 30 años, ¿cómo es su relación con las canciones de Mi vida loca?

“Ese disco en particular fue esencial en nuestra carrera. Tuvimos más apoyo de la compañía, más presupuesto, mejor producción y sonó muchísimo mejor que los anteriores. Estábamos en un gran momento y de ese disco salieron como cinco temas muy difundidos. Muchas de esas canciones seguimos tocándolas y cuando lo hacemos sentimos ternura por nosotros mismos, por el tiempo pasado. Algunas letras hablan de vivencias de juventud y hoy, ya de grandes, no pretendemos ser aquellos. Si hubiera alguna canción reprochable no la tocaríamos, pero lo nuestro siempre fue de respeto. Nuestras letras nunca fueron agresivas; al contrario, fueron incluso antiheroicas

Nuestros shows son familiares: van niños, mujeres, todo tipo de público, porque no hay un mensaje ofensivo. Cantar canciones del pasado me emociona mucho; me gusta más que estrenar nuevas, porque las viejas ya están en el cuerpo, las hago con seguridad. Las nuevas me generan más inseguridad, hasta que pasa el tiempo y me acomodo”.

La conexión se ha mantenido también entre ustedes. La mayoría del grupo está desde el inicio y eso es difícil en los grupos. Grandes y pequeños. ¿Cómo lo han logrado?

“Creo que nuestra intención siempre fue sincera. Los Decadentes somos muy parecidos arriba y abajo del escenario: un grupo de amigos, una sociedad horizontal. Lo que transmitimos no es de estrellas inalcanzables, sino de personas comunes. Quizás yo soy un poco más actor que Cucho, pero igual la intención es sincera. Y creo que la gente lo percibe, se identifica, siente que ellos también podrían armar una banda. Eso genera una buena onda y paz.

Entre nosotros tampoco dejamos que alguien se haga la estrella: si pasa, nos burlamos. Al principio tal vez a alguno le pudo pasar, pero siempre nos bajamos el copete entre nosotros. Además, compartimos decisiones, cobramos lo mismo en los shows, elegimos las canciones juntos. Somos como una familia: nuestros hijos son amigos, algunos trabajan con nosotros. A veces discutimos, pero nunca demasiado, porque aprendimos a ceder. Eso nos permitió seguir juntos y creo que a la gente le gusta: somos una causa agradable, vienen a los shows, la pasan bien, y esa energía va y vuelve”

En menos de un mes, Colombia podrá verlos en vivo en el Festival Cordillera...

“Hoy tenemos tantas canciones conocidas que el show es irrompible. Aunque con el tiempo duelan las articulaciones, tenemos un repertorio acumulado que todos pueden cantar. Eso lo hace formidable”.