Televisión

“31 Minutos nunca fue solo para niños”: ¿Cómo ese programa chileno se volvió un fenómeno cultural?

Nacido en la televisión pública chilena, 31 Minutos superó su formato inicial para convertirse hoy en un fenómeno regional. Su creador, Álvaro Díaz, explica cómo lo logró.

hace 5 horas

31 Minutos, el noticiero más absurdo de la televisión infantil latinoamericana nació en un canal público chileno hace 22 años, pero sobrevivió a su formato original. Se transformó en compañía teatral, banda en vivo, fenómeno de culto y, ahora, en una productora con proyectos propios para plataformas como Prime Video.

Detrás de ese proceso está Álvaro Díaz, uno de sus creadores, quien define el secreto del programa en una sola palabra: libertad. “En la televisión pública se cayó en la idea de educar como si fuera una extensión del colegio, y eso es muy aburrido”, dice.

En cambio, 31 Minutos apostó desde el principio por un humor sin solemnidad, construido con disciplina, ensayo y una ética artística que se niega a subestimar a los niños. A pesar del absurdo, hay complejidad. Detrás de sus títeres de cartón y canciones pegajosas, hay una estructura que ha logrado cautivar a varias generaciones.

En estos años han pasado por todos los formatos: televisión, cine, teatro, conciertos, festivales. Y ahora vuelven con Calurosa Navidad, una película original para Prime Video que retoma un viejo especial navideño de su primera temporada.

Es una sátira sobre Papá Noel sudando en pleno verano chileno, donde el reno se fatiga, el regalo se pierde y Bodoque, el más irresponsable del elenco, es enviado a resolver el problema.

Díaz lo explica con ironía, pero también con claridad. “Es una historia que nació en televisión, pasó por el teatro y ahora la reescribimos para cine. Estamos orgullosos del nivel artístico que alcanzamos, nunca fue solo para niños”.

Además, 31 Minutos prepara una gira por Colombia con sus montajes teatrales, acaba de confirmar su participación en festivales como Estéreo Picnic y Lollapalooza 2026, y planea lanzar un disco con canciones inéditas de sus obras Romeo y Julieta y Don Quijote, que llevan años sin ser grabadas.

La decisión de adaptar clásicos literarios ha sido otra apuesta arriesgada. “Al principio lo intentamos como parodia, pero nos dimos cuenta de que debíamos entender las obras para poder traducirlas a nuestro lenguaje. Para muchos niños, 31 Minutos es su primer acercamiento a Shakespeare o Cervantes”.

Lea también: Los títeres de 31 Minutos rompen récords en su Tiny Desk histórico; así fue su presentación

A lo largo de dos décadas, el programa ha sostenido una línea clara: no caer en discursos moralistas ni ceder a las presiones comerciales. A pesar de trabajar con marcas y hacer publicidad, nunca aceptan convertir a sus personajes en rostros vendibles. El humor, insisten, debe conservar su misterio.

Díaz reconoce que hoy el reto es doble: cautivar a nuevas audiencias en tiempos de déficit de atención y conservar el vínculo con los seguidores de siempre. Pero lo enfrentan con la misma premisa: ofrecer un espectáculo donde la atención se conquista, no se exige.

“No obligamos a nadie. Solo mostramos un puño cerrado que promete algo valioso. Y hay que mantenerlo así por un buen rato”.