Televisión

“Ya no somos el país que hace telenovelas, sino el país que cuenta buenas historias”: Juan Fernando Sánchez

Al actor manizaleño, con más de 20 años de experiencia, le ha tocado vivir toda esta transformación. Esta semana lo veremos en la nueva serie de Netflix, La huésped.

23 de septiembre de 2025

Por Sergio Villamizar

El mundo audiovisual ha sufrido una verdadera revolución en los últimos años con el auge de las plataformas de streaming, que le ha dado el control al espectador, quien ya no tiene que estar todos los días frente a un televisor, y en un mismo horario, para ver su telenovela favorita.

Ahora, solo basta contar con una pantalla y el acceso a la plataforma adecuada para disfrutar de la serie, película que deseen, a la hora que quieran, desde la casa, oficina, una cafetería o el transporte público.

Puede leer: Tom Holland fue hospitalizado luego de sufrir un accidente durante el rodaje de Spider-Man 4

Toda una transformación de la cual los actores no son ajenos, y es más, son protagonistas y testigos de cómo su propia forma de trabajar ha cambiado, como es el caso de Juan Fernando Sánchez, quien en sus más de 20 años de labores, ha tenido que adaptarse en la forma cómo en Colombia se realizan telenovelas, series y películas, en una industria cada vez más globalizada.

La jaula, Luna, la heredera y Dora, la celadora, fueron algunos de sus trabajos en la televisión cuando los dos canales privados nacionales eran quienes realizaban la mayor parte de las producciones de ficción en el país, junto a algunas productoras independientes que terminaban trabajando para dichos canales.

Desde hace cerca de seis años, incluso los propios canales están realizando sus producciones para o en asocio con las plataformas, y el actor manizaleño ha tenido una destacada participación en un buen número de ellas, como Distrito salvaje, Mala Yerba, No fue mi culpa, Pálpito, Manes 2 y Escupiré sobre sus tumbas.

Una carrera artística que no para. Mientras que en pocos días Netflix estrenará la nueva serie colombiana La Huésped, de la cual hace parte de su elenco, hace poco culminó una película en Medellín y arrancó las grabaciones de una nueva serie, adaptación de una novela del escritor Ricardo Silva.

A lo largo de su carrera, ha vivido toda la transformación que ha sufrido el campo del mundo audiovisual...

“Cuando empecé, los formatos ya estaban un poco más amplios y el melodrama había cambiado. Ya estábamos en una era más moderna de contar melodrama, pero seguía siendo el formato de la telenovela. Empezaron a incursionar series un poco más cortas, con un formato diferente y unas temáticas distintas, en un híbrido. Empezaron a transformarse los lenguajes.

Mi gran pasión, desde niño, fue el cine, y la manera de actuar de los actores que veía en las películas me parecía fascinante, y como buen paisa desarrollé una técnica que me permitía conversar frente al melodrama de una manera un poco más sutil.

Se fue ampliando el espectro y las ambiciones de poder hacer cosas diferentes, y empezaron a pasar cosas, no solo con la narrativa, también con la tecnología”.

Un cambio tecnológico veloz...

“Empezaron a llegar cámaras más bacanas, empezaron a hacer las primeras series con óptica de cine, que una de las primeras fue Correos de Inocentes que tuve la oportunidad de estar ahí con Margarita Rosa de Francisco con un formato muy chévere. Siguiendo la línea del melodrama, aparecieron unas narrativas rebeldes, para luego saltar a lo que globalmente ocurrió que era que el cine se traslada a la televisión, con contenidos más nutridos y series de diez episodios y por temporadas, donde los personajes tenían un arco más bacano y se empieza a ver cómo las grandes estrellas del cine empiezan a hacer series para las plataformas”.

En su caso, ¿cómo fue ese paso de la telenovela a la serie?

“Yo estuve dos años a la espera de ese momento, haciendo pausa frente a la telenovela, hasta que apareció la primera serie latinoamericana interesante que era Sitiados, que era una serie de piratas. Maravilloso estar haciendo piratas de los años 1600 en un barco réplica a las afueras de Bogotá.

Tuvimos la oportunidad de hacer la primera Netflix original en Colombia que era Distrito Salvaje, que fue increíble, porque siempre la calidad de la industria colombiana ha sido muy premium, con títulos que le han dado la vuelta al mundo”.

“Es ver toda la curva y poder tener un criterio más amplio porque pasamos de lo análogo a lo digital, que desafortunadamente las nuevas generaciones no tuvieron esa oportunidad de vivir.

En mi caso, mi primera película, Mi abuelo, mi padre y yo, la rodé en 35 milímetros y estaba completamente asustado porque cada pie de lata de la cinta de la cámara costaba muchísimo dinero, por lo que si fallaba en escena, era mucho el dinero que se perdía. Era un niño inexperto con el sueño de hacer cine”.

En medio de esa revolución, ¿qué significa para los actores que grandes productoras realicen sus producciones en Colombia?

“Todo lo que ha pasado con la Ley de Cine ha sido para la industria la cosa más maravillosa del mundo, porque le abrió el mercado a que podían venir aquí a grabar, entonces tenemos un intercambio cultural y de conocimiento impresionante.

En Distrito Salvaje ya sentimos que todo era diferente a cómo lo solíamos hacer en Colombia. Llegabas al set y había tres estaciones antes de entrar, para instalar el micrófono, después revisaban si el micrófono no había dañado el vestuario, y después, revisaban si el vestuario no había dañado el maquillaje.

Entraba al set y estaba Christian Conti, su showrunner, y decía, ‘Hay un actor en el set. Empieza la magia’. Todo el mundo se quedaba en silencio y se venía ese momento místico, donde nos dedicábamos y nos poníamos a favor de la creación. Es de los momentos más alucinantes que un actor puede vivir, porque es darle la altura a la historia que estás contando.

Estamos hablando de todo esto en un tiempo muy corto, desde un poco más de cinco años para acá”.

De lo vivido en Distrito Salvaje en el set, ¿esa mística se mantiene?

“Yo a ese proyecto le tengo mucho cariño. Fue muy especial, pero sigue pasando, de otras formas, posiblemente uno encuentra híbridos, porque hay un anhelo de contar historias excitantes, de interpretar personajes bacanos, por lo que los directores también empiezan a jugársela más con los planos y los actores llegan con propuestas, porque tienes a la mano las plataformas donde puedes ver producciones de todo el mundo y nutrirte, lo que nos ha hecho más competitivos y llegar a los niveles que logró Pálpito, que llegó a ser número uno del mundo.

Ya no somos el país que hace telenovelas, sino el país que cuenta buenas historias. Si vemos el catálogo lo tenemos todo, con historias íntimas, historias de acción, suspenso y de amor. Tener esa amalgama de colores es una delicia porque nos va bien a todos”.

Usted como actor, en su propio catálogo también tiene todo tipo de personajes...

“Porque me gustan los retos. Me gusta interpretar diferentes cosas y es bacano. Poder contar historias distintas, pues es el reto del actor. Así no haga grandes diferencias, porque en última es la base sigue siendo la misma, porque el intérprete sigue siendo el mismo”.

¿Cómo ve los tiempos de producción actuales de las series y la velocidad en la que los espectadores la consumen?

“A mí eso me parece muy excitante porque le da un dinamismo muy grande. Los actores tenemos la gran fortuna de no tener que convivir con un personaje por mucho tiempo, entonces nos lleva al siguiente reto y lo mantiene a uno en una actividad muy brava. A mí eso me encanta. Yo muchas veces me he triplicado, esa adrenalina me fascina.

Me ocurrió que me combinaron las grabaciones de Distrito Salvaje, María Magdalena y con Bolívar, y eran tres personajes completamente diferentes y épocas diferentes de la historia.

Esa disociación de los personajes me parece que es un ejercicio bellísimo y me va muy bien. Siento que también te refresca.

Es lo más bacano de las series, que se hacen en tres meses, en los que convives, le das toda la curva y le metes toda la candela que puedas a esa máquina y después pasas al siguiente personaje. Si de golpe le va bien a la serie, entonces la tienes que repetir en un año, bueno, sacas el vestido del personaje y nos lo volvemos a poner y ya está”.

¿Nunca ha tenido problemas de no salir del todo de sus personajes?

“A mí me pasó en la serie Bolívar, porque el inconsciente no reconoce que lo que uno hace es ficción. José María Córdova era un man beligerante, bélico y le metí además una vaina medio sanguinaria a la vuelta, entonces yo llegaba a los hoteles después de las batallas y me bañaba y tenía sangre en el pelo, en las uñas, en la ropa o en la piel, y entraba en profundas depresiones. ‘¿Por qué estoy tan aburrido si estoy tan feliz?’, porque el personaje me tenía muy feliz y la dinámica me parecía espectacular, tenía que estar a caballo mucho rato y me fascinan los caballos.

Llamaba a mi terapeuta y me decía: ‘Toca es entrar y salir, porque el consciente sabe que estás haciendo un personaje, pero el inconsciente no, y da por sentado que si mataste a otros en la batalla, lo que genera una descompensación’, por lo que empecé a desarrollar técnicas frente a eso. Ese ha sido el más exigente personaje para mí”.

En las nuevas dinámicas de la producción audiovisual, ¿el actor participa más o menos que antes, en cuanto a la propuesta escénica y de realización?

“Cada producción es diferente. Además, hay unas horas de vuelo que le permiten a uno tener más voz, pero los lenguajes están muy abiertos a la discusión. Lo mínimo que tiene que hacer un actor es llegar con su personaje claro, sepa la letra que tiene que decir ese día y llegué a tiempo.

No hay dictaduras en este trabajo, yo creo que a mí nunca me tocó, siempre he podido sentarme a hablar con el director de lo que pienso y conversamos, pero también he escuchado muchos cuentos de antes que había otra manera de hacer esto, más dictatorial, pero a mí no me ha tocado. En realidad, a mí no me han tocado muchas cosas de las que se hablan de este medio”.

¿Se puede crear mejor el personaje ahora con las temporadas de diez o menos capítulos, que antes cuando podían llegar a los cien episodios?

“Ahora, antes de grabar sueles tener los diez episodios y sabes dónde empieza, cuál es el conflicto y donde termina, con toda su curva. Antes, te iban llegando los guiones mientras ibas grabando, por lo que no siempre sabíamos para dónde iba tu personaje.

Nutrir a tantos personajes durante tanto tiempo es muy jodido. Entonces, termina uno diciendo cosas reiterativas durante muchos capítulos, pero es algo que no ocurre en las producciones en la actualidad”.

Ahora se viene el estreno de una nueva serie La Huésped de Netflix

“Es un thriller psicológico que está muy bien logrado. El ambiente, el universo que se desarrolla alrededor de la serie está muy controlado, siempre pasa todo en unas mismas locaciones y la carga dramática es increíble, así como los personajes, contando con un personaje que me retó profundamente, Libardo, y del cual no puedo hablar mucho porque se genera spoiler, pero es un man muy raro.

Las historias truculentas sí han sido un sello de nuestra industria, en especial con el drama misterio, pues teníamos un gran exponente que era Julio Jiménez, pero esta es más global, con una historia de misterio que tiene atrapada a la gente y como que empiezan a dar unos giros muy interesantes”.

¿Vuelve al cine?

“Con Descendentes, que es un thriller policiaco muy bien logrado, y que además es muy ambiciosa frente a la cinematografía porque el director si tiene referentes muy claros de universalidad, con la trama de la película que tiene que ver con un crimen y que pasa alrededor de ese crimen. Es un experimento muy teso porque hicieron serie y película, donde la serie habla desde el ojo de las víctimas, y la película, desde el ojo de la investigación de ese crimen”.

¿Algún otro proyecto más allá de la actuación?

“Hace seis años creé una empresa llamada Masa Crítica que es un ente transformador de la sociedad desde el arte, y una de las líneas de exploración que tenemos son las experiencias multisensoriales e interdisciplinarias, todo desde el arte.

Yo ya había tenido una en donde era codirector y productor, además de actuar, pero ahora me decidí solo dirigir con un elenco muy virtuoso. Estamos en ensayos, en montaje y esta será una experiencia divina porque viene desde lo teatral, pero se va a generar toda una experiencia alrededor de esto con diferentes sensorialidades. Es ampliar el espectro para darle al público una experiencia donde disfrute de diferentes expresiones artísticas, y pueda conectar a través de todos los sentidos en un espacio poco convencional, en un texto que es maravilloso porque nos está hablando de un momento muy pertinente para generar una reflexión alrededor de los estándares de belleza, de cómo está pasando la vida dura, de la homogeneidad, en querer parecerme a alguien más y esas ambiciones que en últimas terminan siendo un camino muy plural y se pierde la individualidad del pensamiento”.