La Hora de Uraba

“El desafío es lograr que el desarrollo sea transformador para Urabá”: Víctor Henríquez de GreenLand

Por más de 40 años, esta empresa ha sido protagonista del crecimiento de Urabá y líder de su agroindustria.

hace 8 horas

Cuesta imaginar que una empresa nacida en el Urabá de los años 70 —cuando la región era sinónimo de olvido estatal y carreteras de polvo— hoy exhiba cifras como estas en su balance de 2024: 15,2 millones de cajas de banano y 906 toneladas de aguacate producidas, 37.947 contenedores movilizados y 6.332 hectáreas cultivadas. Durante cuatro décadas el Grupo GreenLand no solo ha construido un ecosistema agroindustrial sólido, sino que se ha convertido en uno de los motores del renacer económico de Urabá, un territorio que empieza a ocupar el lugar que por ubicación estratégica le corresponde en el país.

Al frente de esta organización está Víctor Manuel Henríquez Restrepo, un administrador de empresas de la Universidad Eafit, con un MBA del IE Business School de Madrid, cuyo foco ha estado en el fortalecimiento del campo colombiano.

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Cuenta Henríquez que GreenLand arrancó en Urabá antioqueño con la producción y comercialización de banano. Cuarenta años después, con operaciones también en Caldas, suma más de 5.000 colaboradores que integran un ecosistema agroindustrial que agrupa tres grandes líneas de negocio: producción agrícola, producción industrial y servicios.

En la primera línea cultivan banano, aguacate hass y limón tahití; en la línea industrial, fabrican insumos plásticos a través de Agriplast; y en servicios, con CFS Logistics, gestiona operaciones portuarias en Urabá, facilitando la importación y exportación de productos agroindustriales y de otros sectores. También aporta a la sanidad vegetal de los cultivos a través de aspersión aérea y desarrolla bioinsumos a partir de microorganismos. A su vez, desde la línea de laboratorios realizan análisis especializados —como estudios de suelo, foliares, fitosanitarios y de sanidad de raíces— para fortalecer una agricultura regenerativa.

“A lo largo de estos 40 años hemos aprendido que, incluso en medio de los desafíos, siempre hay oportunidades para crecer y construir. Urabá, la región que nos vio nacer, nos abrió sus puertas y nos brindó un entorno fértil para soñar, aprender y avanzar”, dice Henríquez.

El ahora líder del Grupo trabajó por 10 años como Gerente de Frutas y Verduras en la operación de banano y en 2019 asumió el reto de encabezar a GreenLand como su principal gestor.

Varios son los desafíos actuales al frente de la compañía. El primero es atraer a nuevas generaciones al campo. “Estamos convencidos de que el agro puede ofrecer oportunidades de desarrollo y que al hacerlo más atractivo, podremos fomentar un relevo generacional que asegure el futuro del sector”, señala.

Otro reto profesional es encontrar un equilibrio entre la visión global de los negocios y las necesidades locales de las comunidades donde operan. “Lograr que cada decisión empresarial esté alineada con el bienestar de las personas y con el cuidado del entorno ha sido también un desafío constante”, añade.

Por eso desde la Fundación GreenLand han beneficiado a más de 1,5 millones de personas a lo largo de 37 años, a través de programas de salud y nutrición, soluciones de vivienda y formación deportiva y de alto rendimiento. Ha destinado más de $200.000 millones para la implementación de proyectos sociales de alto impacto. Estos programas se destinan para las familias de los colaboradores y a las comunidades vecinas a las operaciones.

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La compañía también destaca acciones en pro de la sostenibilidad en las regiones donde opera. Cuenta que ha destinado más de 1.550 hectáreas como áreas de conservación en las que preserva la biodiversidad y en cuatro años ha sembrado más de 36.300 árboles nativos.

“Una nueva puerta al mundo”

Dice Henríquez que Urabá está viviendo un momento histórico de transformación. Después de años marcados por el rezago y la exclusión, hoy la región se posiciona como un eje clave del desarrollo agroindustrial, logístico y portuario del país. Esta evolución —precisa— abre oportunidades enormes: inversión nacional e internacional, encadenamientos productivos, empleo formal y mejora en la calidad de vida.

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La punta de lanza será la operación de Puerto Antioquia, que marcará un hito histórico para Urabá y para Colombia, con implicaciones estratégicas de gran alcance a nivel económico, logístico, social y geopolítico.

“Para el país, es una nueva puerta al mundo, que fortalecerá la competitividad del sector exportador, descentralizará la infraestructura portuaria y acelerará el desarrollo del noroccidente”, señala.

Sin embargo, Henríquez considera que el reto del sector productivo, político, académico y social es asegurar que el crecimiento sea sostenible, equitativo y respetuoso del entorno.

Es decir, que el desarrollo floreciente de la región fortalezca la infraestructura social, el acceso a educación de calidad, la consolidación de la seguridad y la ejecución efectiva del ordenamiento territorial.

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“El desafío es lograr que el desarrollo no solo sea rentable, sino verdaderamente transformador para las personas y para el territorio. Urabá tiene un gran potencial, pero necesita visión y responsabilidad colectiva para aprovecharlo”, asegura Henríquez.

En este escenario, destaca la participación activa de otras organizaciones como Grupo Argos y Comfama, que han lanzado iniciativas para mejorar servicios básicos, infraestructura comunitaria y el bienestar de miles de personas en Turbo y Apartadó. “Son apuestas visionarias que muestran cómo la articulación puede multiplicar el impacto positivo”, concluye.

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