Medellín

Ómar Portela, el fotógrafo que cuenta la historia de la arquitectura de Medellín desde las torres y azoteas

Creador de contenido en redes sociales se ha dedicado a rescatar las historias de los edificios más emblemáticos de la ciudad narrándolas con particular estilo desde sus altísimas azoteas. Lea aquí su historia.

Periodista de la Universidad de Antioquia. Al igual que Joe Sacco, yo también entiendo el periodismo como el primer escalón de la historia.

01 de marzo de 2024

Tal vez un mantra que usen los historiadores es aquel que reza que la historia pasa en el momento y lugar indicado. Sin embargo, si dicha frase la dijera Ómar Portela, indiscutiblemente tendría que decir que para él la historia se da en el momento, el lugar y la altura indicada.

Portela es un joven de 26 años que últimamente ha cobrado reconocimiento en la ciudad gracias al contenido digital que realiza y en el que narra –desde los rincones y azoteas más prominentes de la ciudad– la historia de Medellín y a la vez que ofrece panorámicas únicas.

EL COLOMBIANO lo acompañó en una de sus más recientes “misiones” en la iglesia de El Sufragio, en el barrio Boston. Misiones es como Portela define sus salidas por los recovecos de la ciudad cargados de tesoros, momentos e historias inéditas e ignoradas por la mayoría de medellinenses que más bien se mantienen absortos en esta frenética cotidianidad que nos atenaza. Acompañar a Portela en su visita es descubrir que gracias a su narrativa y los datos que comparte él logra trasladar ese interés que desborda en sus videos a la vida real. Con cada explicación que suelta de los mosaicos de la parroquia y cada narración que hace sobre los centenarios cuadros espléndidamente pintados que hay en su techo, Ómar causa el efecto de volver a despertar ese niño curioso que se maravilla ante un nuevo descubrimiento.

Definitivamente, uno no ve las cosas igual luego de las explicaciones del “fotógrafo de las terrazas” y tal vez ahí radica el éxito de sus videos.

Tras subir hasta la torre del reloj, Ómar cuenta un poco de sus orígenes. Pese a que tiene un marcado acento paisa, el hombre cuenta que nació en Aruba hace 26 años, en el seno de la familia conformada por una paisa y un palmireño que en los 80 se fueron a “venturiar” en las Antillas durante su boom económico.

Tiempo después, la mujer cambió las paradisiacas playas por las agrestes montañas antioqueñas y volvió con el retoño a la casa materna del barrio Manrique. “En esa casa estuve muy relacionado desde pequeño a objetos que tenían historia. Allí empecé a encontrar cosas que me daban curiosidad como el teléfono de ruedita, el televisor de perillas, las cámaras análogas” dijo.

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La “trinidad” que lo definió

La cercanía de Manrique con el Centro de Medellín fue esencial para formar en Ómar ese gusto inicial por la arquitectura y las dinámicas de una de las zonas más bellas pero más incomprendidas, así como su amor por las alturas. “Mi infancia la pasé en los jueguitos de los centros comerciales Villanueva y Camino Real, lo que me permitió vivir los cambios en las dinámicas del Centro. Además, cuando era pequeño y viajaba en metro para mí era un deleite pasar por el Palacio de la Cultura con su cúpula gigante para luego divisar el Coltejer y las iglesias tan bonitas. ¡Y todo en un mismo viaje!”, añadió.

Al llegar a su juventud, Ómar notó que la historia, la fotografía y la arquitectura regirían su vida y lo llevarían por el camino que hoy recorre o, más bien, escala.

Tras estudiar la primaria en el colegio de la UPB, Portela ingresó al Inem José Félix de Restrepo en El Poblado donde terminó estudiando la media técnica en Construcciones Civiles. Sin embargo, gracias a la cercanía que tenía con otros amigos que estudiaban Humanidades en ese mismo colegio, pudo empezar a hacer sus pinitos en fotografía buscando plasmar en fotos lo aprendido sobre construcción.

“A los 17 entré a estudiar Historia a la Universidad Nacional sede Medellín. Como me tocó el cambio tan brusco del Centro a lo que es hoy pensaba cómo plasmar académicamente esos cambios en la ciudad. Quería entender el porqué el Coltejer está ahí, porque se construyeron así el Nutibara o La Naviera. Entonces empecé a buscar información pero no en libros sino en los archivos de fotos de Benjamín de la Calle, Pastor Restrepo, Gabriel Carvajal o Francisco Mejía”, recordó.

El devenir de Ómar en el “fotógrafo de las terrazas” se dio en 2016 por pura casualidad una vez que necesitaba hacer una foto del Centro desde las alturas. Inicialmente pensó ir al edificio médico Furatena pero el vidrio estaba sucio y la vista que ofrecía no era la mejor bajo esas condiciones. “Bajando del edificio me encontré con don Óscar, el papá de una amiga en la primaria de la UPB, me preguntó que estaba haciendo ahí y le comenté mi apuro. Él me invitó a su oficina en el Furatena que tenía una vista increíble. Y ese fue el detonante. Tiempo después un familiar, que era el jefe de mantenimiento de otro edificio, me convidó a esa terraza. Luego en el periódico Centrópolis de Corpocentro me pidieron una foto para la edición de los 15 años y obvio fue una panorámica. Con esa dinámica empecé a conocer los administradores de los edificios, lo que aproveché para retratar la ciudad desde arriba, hecho que ha caracterizado mi mirada como fotógrafo”, narró el joven.

Con esas alas adquiridas, Ómar fue ganando reconocimiento e incluso llegó a hacer exposiciones de sus fotografías en la ciudad. Gracias a ello le apareció trabajo por fuera de Antioquia e incluso fue el encargado de tomar las fotos para el libro conmemorativo de los 50 años del Coltejer.

Ahora, el primer video abordando la actual temática data como de 2022. Ese año me tocó cubrir la Semana Santa en la Catedral Metropolitana y bueno, ahí empecé haciendo un video contando la historia de la basílica. Ese es el primer video que hice y para mí es el más aburrido de la historia, ¡jajaja!. Pero la gente lo vio y le gustó”, recordó.

Y desde ahí Ómar comenzó a ascender no solo en su estilo característico que hizo que cada vez llegara a más personas sino a más edificios de la ciudad, eso sí, manteniendo su impronta que mezcla un tono cercano e informal con la rigurosidad de las investigaciones previas y la selección de fotografías que hace para narrar adecuadamente la historia de la edificación que reseña, pues infortunadamente no falta el “copión” que busca emularlo dando datos exagerados o incluso errados.

“Esto no es de llegar, grabar, buscar en Wikipedia y luego contarle a la gente lo que a uno se le ocurra, no. Como historiador en formación, me documento bien, voy a los archivos de la ciudad, busco en otras partes datos. Es un proceso dispendioso pero sirve para dar detalles de calidad en los videos. Además trato de transmitir de la forma más natural y por eso tomamos esa frase de ‘¡Y la misión de hoy es..!.’ porque la idea es que la gente aprecie estas joyas que tenemos y que se nos escapan de la vista”, dijo.

Videos que salvan patrimonio

Pero como a toda iniciativa novedosa, la de Ómar no ha estado exenta de polémicas y detractores. Según explicó el joven entusiasta, no faltan los “acartonados historiadores” –del que no faltará el que a su paso deje el irreconocible olor a naftalina y a anaquel de libros viejos– que rechazan la propuesta de Portela por considerarla alejada de lo que “mandan los cánones de la historia” o “demasiado light”.

“Hay algunos historiadores a los que no les caigo bien porque ellos dicen que la historia debe ser solamente abordada con libros o monografías; otros me critican que sea un joven que hable de estos temas; y no falta el que me critique por mi físico o por usar expansores o tener tatuajes. Pero, independiente de lo que ellos digan, yo pienso que en este momento de la historia los videos facilitan la comunicación y hay que apropiarse de este formato para contar la historia para que la gente comprenda la importancia de estos espacios”, agregó.

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Ha pasado que Ómar saca un video, por ejemplo sobre los relojes en las iglesias, y lo ven hasta fundaciones en pro del patrimonio que buscan recuperarlos. O saca un video de otro tema y termina replicado en los medios de comunicación. “O sacamos otro y ya la gente quiere visitar esos espacios y apropiarse de ellos. La verdad yo sí creo que este tipo de contenidos sí sirven para que haya una conservación sobre los espacios arquitectónicos de la ciudad”, puntualizó el joven.

Tras descender del reloj de la iglesia de Boston por medio de una “kilométrica” escalera de hierros, finaliza la visita a la particular iglesia llena de arte e historia. La mundana ciudad nos recibe con los buses estridentes, los mendigos harapientos y la gente afanada que ignora la joya que tiene a lado.

Ómar se despide. Sin embargo, la sensación de conocer un lugar único y haber hecho parte de su historia no abandona el cuerpo y hace que se mantenga cierta alegría. Ya veremos cuanto tiempo dura esta especie de euforia y si se repetirá cuando por medio de sus videos Ómar Portela nos lleve a conocer con su interesante estilo otros rincones y terrazas de esta enigmática e incomprendida Medellín.