Economía

Guerra por la IA: Meta y OpenAI pagan hasta US$100 millones por un solo experto

Meta y OpenAI compiten ferozmente por fichar a los mejores expertos en inteligencia artificial, ofreciendo salarios astronómicos y recursos sin precedentes para investigación.

Comunicador social - Periodista de la UPB Bucaramanga. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad de Caldas. Especialista en Comunicación Digital. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2023. Miembro de Consejo de Redacción.

12 de agosto de 2025

La inteligencia artificial (IA) dejó de ser promesa futurista para convertirse en el centro de la revolución tecnológica actual. Desde que ChatGPT debutó en 2022, la carrera por dominar esta tecnología se ha vuelto feroz y costosa.

El recurso más preciado ya no es el petróleo ni el litio, es el talento humano capaz de diseñar y entrenar modelos de IA de última generación. El problema es que ese talento es escaso, y empresas como Meta y OpenAI están dispuestas a pagar verdaderas fortunas para atraerlo.

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Salarios de superestrella y cazatalentos de alto nivel por la IA

En esta disputa, los números marean. Según The New York Times, los salarios para ciertos investigadores superan los US$100 millones de dólares.

Mark Zuckerberg, CEO de Meta; y Sam Altman, CEO de OpenAI, participan personalmente en la cacería de talento, enviando mensajes directos, invitando a candidatos a sus casas y ofreciendo acceso a cantidades masivas de potencia computacional.

Meta ha desplegado una estrategia agresiva con su nueva división de superinteligencia artificial, liderada por Alexandr Wang, fundador de Scale AI, adquirida por US$14.000 millones de dólares.

El fichaje estrella más reciente es Shengjia Zhao, uno de los creadores de GPT-4, ahora científico jefe del Superintelligence Lab de Meta.

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Zuckerberg no escatima tampoco, algunos paquetes de compensación llegan a los US$300 millones en cuatro años, respaldados por más de 200.000 GPUs de Nvidia para entrenar modelos.

También se sumaron a su equipo Lucas Beyer, Alexander Kolesnikov y Xiaohua Zhai, fundadores de la oficina de OpenAI en Zúrich; Ruoming Pang, exlíder de modelos fundacionales en Apple; y Daniel Gross, cofundador de Safe Superintelligence (SSI).

OpenAI contraataca con fichajes clave

OpenAI no se queda atrás. La empresa de Sam Altman ha respondido con contrataciones estratégicas. Por ejemplo, David Lau, exvicepresidente de ingeniería de software en Tesla; y Uday Ruddarraju y Mike Dalton, arquitectos de infraestructura en xAI, responsables del supercomputador Colossus, también con 200.000 GPUs.

Además, OpenAI ha reajustado los salarios para evitar fugas y adoptado una postura defensiva. Altman incluso comparó a Meta con “ladrones que entran a tu casa” en un mensaje interno, llamando a su equipo a mantenerse fiel a la misión de la empresa.

Startups desmanteladas y despidos masivos

El impacto de esta guerra llega más allá de las grandes ligas. Startups de IA están siendo despojadas de sus equipos o absorbidas en operaciones relámpago.

Un ejemplo es Windsurf, que OpenAI intentó comprar por US$3.000 millones de dólares. Aunque la adquisición no se concretó, Google reclutó a su CEO, Varun Mohan, y el resto fue adquirido por Cognition.

Mientras unos cazan talento, otros despiden a miles. Microsoft recortó 9.100 puestos en 2024, Intel planea reducir el 20% de su plantilla y Scale AI despidió al 14% de sus empleados tras perder contratos con OpenAI y Google.

El golpe no es solo numérico, según Alex Sandoval, CEO de Allie AI, en Entrepreneur, se pierde “conocimiento tribal”, ese saber práctico acumulado por veteranos que no se encuentra en manuales, pero que resulta invaluable para otras empresas.

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La IA también está acelerando la desaparición de empleos antes considerados seguros, como desarrollo de software, análisis de datos o gestión media.

El Foro Económico Mundial advierte que para 2025 se perderán 92 millones de empleos, pero surgirán 170 millones de nuevos roles, especialmente en áreas donde la IA complementa al humano, como robótica, salud y sostenibilidad.

Martin Lewit, vicepresidente de Corporate Development en Nisum, advierte, en Entrepreneur, que el reto no es solo técnico: “Ya no basta con tener científicos de datos; se necesitan arquitectos de decisiones que sepan cuándo confiar en el modelo y cuándo dar un paso atrás”.

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Altman acusa a Meta de “contratar mercenarios” en lugar de profesionales comprometidos con el avance ético de la IA, una frase tomada del inversor John Doerr.

Zuckerberg replica que Meta no solo ofrece dinero, sino recursos sin precedentes para investigar. “Nuestro laboratorio tendrá el mayor poder computacional por investigador del mundo”, aseguró en Threads.

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