ALCANTARILLAS OFENSAS Y OLVIDO
Desde muy pequeño estoy montando a caballo y todavía me acuerdo de una fenomenal tumbada que me dio mi caballo overo que me hizo morder las calientes arenas de una playa del Cauca. Todo por no recordar y practicar las instrucciones sabias de mi padre: “Monte siempre por el lado izquierdo y antes de hacerlo, coja bien las riendas y nunca las suelte hasta que desmonte”.
Un día, por hacer alarde de equilibrio y presumir de jinete ante mis primas, olvidé las reglas enseñadas por mi padre y solté las riendas y el potro se desbocó y al suelo fui a dar. En medio de las burlas de mis hermanos y humillado ante la vista de mis primas, volví a montar, escupiendo la arena de mi boca adolorida.
“El que olvida no aprende”, me decía mi maestro, don Rafael Muñoz en la escuela. Y en clase de religión, aprendimos del padre Gaspar Astete que para que el Padre celestial nos perdone, también nosotros debemos perdonar.
En este mundo, donde la corrupción cunde, los abusos de mandatarios son frecuentes, las fallas de los dirigentes escandalizan y ante la indiferencia de los fiscalizadores y las autoridades, los periodistas tenemos que denunciar los hechos que van en contra de la moral y la justicia, para que al menos se conozcan estos hechos y las autoridades competentes asuman sus funciones.
Un sacerdote amigo me corrigió un día, porque escribí una nota en la que decía que como cristianos perdonamos muchas cosas, como los crímenes de los narcoterroristas, pero no los olvidamos. “Hijo, me dijo, el buen cristiano perdona y olvida”.
-Si padre, pero es que el que olvida no aprende. Le dije recordando a mi maestro de Sopetrán.
Algunos jefes de mi partido, según dice Nacho Mejía, resultaron perdonando ofensas y olvidando agravios recibidos del embluyinado gobernador que los llamó “políticos de alcantarilla”. Entre estos jefes, veo a mis amigos Pedro Jiménez, Orfa Nelly Henao, César Eugenio Martínez, Orestes Zuluaga, todos llenos de honores recibidos de nuestro Partido Conservador, para caer en los corrales verdolagas que votarán por el fajardismo de Federico Restrepo para continuar con la farsa de quien dice que no hace política, pero se gasta 17 mil millones de pesos en publicidad de su gobierno, quebrantando la ley de prensa, (Ley 29 de 1944) como lo denunció antier en El Mundo el periodista Rubén Darío Barrientos, “Fajardo, el derroche y la ley de prensa”.
Y lo peor es que como lo dijeron los diputados Adolfo León Palacio y Gómez Gallego, es que esa publicidad se invierte en los medios capitalinos, preparándose para la ilusa campaña presidencial de Sergio Fajardo, en el 2018. “En Antioquia no se pierde un peso”, pero se despilfarra en publicidad autoelogiando al mandatario “transparente”.
Conociendo a los personajes mal agradecidos con su partido azul y negociantes de la política, ¿cuál será esa prebenda que les ofrecieron, para olvidar y perdonar ofensas? ¿Habrá alguna otra minita en Santa Rosa para legalizar?
Ñapa: Acompañado de veinte distinguidas damas del Club de Jardinería de Medellín, escribo desde Palmira Valle, en la Exposición Nacional de Clubes de Jardinería. Mis paisanas vuelven cargadas de premios y honores. Aquí me enteré que Natalia Springer, la “contratista” no es ni parienta de mi amigo Erik Springer. Ella es Lizarazo García.