Columnistas

CERTEZAS

18 de septiembre de 2021

Muchas veces al día nuestra memoria muscular busca con ansiedad los comandos digitales, dependemos de computadores y celulares para interactuar con el mundo, sin información y sin contenidos nos declaramos francamente torpes, desligados de la realidad y a veces inexistentes. Textos e imágenes de nuestra vida y de las de otros que con avidez seguimos reafirman desde la virtualidad nuestro lugar en el mundo, deslizar los dedos por la pantalla nos permite visualizar, anhelar y envidiar paisajes de gente, cosas y naturaleza. Obsesionados por los datos consultamos las noticias, la de última hora nos dice que estamos al borde del colapso, el final se asoma y parece inminente, la esperanza nos ha abandonado. Por fortuna nuestro instinto es olvidar, dejar atrás, sino cómo haríamos para sobrevivir a estos días. La luz es memoria cuando se ha registrado la imagen.

Hoy nuestras certezas parecen residir en la pantalla, pero allí no está la fe y menos la esperanza, hemos perdido la capacidad de buscarlas, ¿acaso hemos errado el camino?, ¿olvidamos cómo hallarlas?, ¿ Será que deshumanizamos la mirada y solo consideramos real lo que sucede en ese espacio de cristal?, ¿puede ser de fiar esta fe ciega en la información que nos entregan los dispositivos digitales?, ¿es absolutamente confiable la tecnología? Todo se encuentra ahí frente a nuestros ojos.

Dejar el Mundo Atrás es una novela de Rumaan Alam, quien entrevistado por Sergio Alzate, dijo: “si pensamos en el inicio de la pandemia, todo lo que queríamos eran datos y más datos. Pero finalmente esto se convertía en una carga, porque no había y no hay un filtro de qué información es real y cuál no. Y ambas cosas lo real y lo falso, conviven en tu memoria. Esto es peligroso, porque, al menos en mi país, hay un discurso amañado sobre qué si quieres información, la puedes conseguir. Y no es cierto. Esta cantidad inabarcable de datos ha permitido que existan las teorías de conspiración o los movimientos antivacunas”.

La relación con estos aparatos nos ha hecho construir una parte importante de nuestra realidad alrededor de los objetos, sobre ellos y a su alrededor discurre una parte vital de la narrativa de nuestras vidas, los hemos dotado de poderes simbólicos, casi místicos, y no me refiero solo a los dispositivos, sería difícil identificarnos sin nuestras ropas o ciertos objetos que nos vinculan a una determinada tribu. Pero ante la aparente inminencia del final, qué sentido o qué valor tienen ellos, si algo será prescindible en este escenario es lo material. Los objetos nos hacen vulnerables.

Prosigue Rumaan Alam el dinero y la información son nuestros nuevos dioses ... en esta cultura tenemos mucha fe en el dinero, sobre todo. Creemos que nos protegerá. Y en algunos casos lo hace: te ayuda si estás enfermo, evita que desgastes tu cuerpo en labores físicas extremas. Pero él no te puede proteger por siempre. Uno de los casos más emblemáticos es el cambio climático. Por mas rico que seas, no podrás gambetear los efectos de esta catástrofe... Jeff Bezos puede ir al espacio pero tiene que regresar”.

Suena obvio, pero información, tecnología y dinero nos transforman en víctimas si los convertimos en certezas