Columnistas

DEFENSORES DE ANIMALES, ¡OJO!

28 de enero de 2017

De la historia sagrada, que nos enseñaban en la primaria, lo que más me gustaba eran las láminas. Sansón y los filisteos, y el templo pagano cayéndose hecho pedazos; Judith y Holofernes, y la hermosa israelita con la cabeza del opresor colgando de sus manos ensangrentadas.

Al Señor se le fue la mano en ayudar a su pueblo. Al pueblo que escogió como paisanos de su hijo. Pero también les dio verraquera. David, el gran rey David, desde adolescente demostró su valor, cuando con un caucherazo u hondazo, se le enfrentó a Goliath. Siempre admiré al Rey David desde que con una honda, siendo un niño, liberó a su pueblo de un ejército enemigo y opresor que ostentaba a un enorme gigante como su bandera de guerra.

Así, admiré siembre a los toreros, hombres y mujeres, que con unos vestidos ceñidos y adornados, con “trajes de grana y bordados de plata y oro”, como decía don Ramón Ospina. Desarmados, con gran valor y osadía, se le enfrentaban a un toro feroz, como el lobo de Caperucita Roja. Un toro de lidia pesa entre 400 y 600 kilos y un torero pesa entre 60 y 70 kilos. Casi un diez por ciento. El toro tiene dos enormes y afilados cachos que con su fuerza traspasarían al torero de lado a lado. El “mataor”, o “mataora”, sale al ruedo sin armas, solo un capote le sirve de “engaño” para “torturar” a una fiera diez veces mayor en fuerza y rapidez.

El torero con arte de movimientos y elegancia, esquiva los ataques del toro. Su inteligencia y astucia lo salvan de la muerte. El público aplaude la valentía del torero, pero también la bravura del toro y su casta. ¿Quién tortura a quién?

Vienen las banderillas, bellísima suerte o episodio de la corrida. El torero, sin capote, sale desprotegido, con dos banderillas (inofensivas si las comparamos con los cuernos de la fiera), con habilidad de movimientos y elegancia las logra poner en el lomo del animal. Confieso que admiro las banderillas pero no me gusta verlas colgar en el lomo del noble animal. Tampoco me gusta la “suerte” de las varas o los picadores. Si se pudiera suprimir esa tortura, esa sí, estaría de acuerdo.

Lo cierto es que no he visto a los defensores de animales salir a defender a los pobres perritos pit bull, que matan niños de un año y tres meses, o terrier alemanes que muerden a viejos de setenta años.

En cambio he visto defensores de animales agredir con piedras y ladrillos a policías y funcionarios de la Personería de Bogotá y dañar propiedad privada y pública en la capital del país.

Hace más de dos siglos tenemos en España, Portugal y los países iberoamericanos las corridas de toros, como cultura, arte y espectáculo popular que mueve millones de pesos en ganaderías y en plazas de toros. Sería una pérdida sin precedentes la que ocasionaría una prohibición de este género del arte y espectáculo de la tauromaquia, promovido por una persona que tanto dinero ha recibido y entiendo que sigue recibiendo de la Asociación de Toreros Españoles.

Ñapa: Me gustan los condumios, la música, la alegría y los remates de las corridas. Por mi pueden dejar el toro vivo.