Columnistas

Del fanatismo y otros demonios

02 de julio de 2016

El atentado terrorista de esta semana en Estambul exige, necesariamente, una reflexión sobre el fanatismo como causa y madre de las violencias que acosan a la humanidad.

Estuve hablando sobre el tema con mi tío, el padre Nicanor Ochoa. Como hombre de iglesia, él sabe de eso porque casi siempre las religiones, el catolicismo incluido (algunos sectores de nuestra religión, para ser justos) han bordeado el fanatismo y la intransigencia. Y hoy, el islamismo (algunos sectores del Islam, para ser también justos) ponen en jaque a la humanidad con sus desafueros en nombre de la religión.

Con rostro adusto y su voz acurrucada en una inocultable tristeza, mi tío empezó a hablar.

-Yo creo, sobrino, que porque la intransigencia es irracional, que sería decir que no puede ser sustentada sanamente, los intransigentes se disfrazan de cruzados que defienden causas supuestamente justas y en nombre de ellas matan y exterminan. Así nació la inquisición. Y los campos de concentración nazi y los gulags soviéticos. Y hoy el EI y los terroristas suicidas. Por eso existen y han existido las guerras religiosas, la guerra, todas las guerras.

-Es la intransigencia la que dispara las armas, la que desata las persecuciones.

-Dispara las armas y todas las formas de racismo, de xenofobia, lucha étnica, discriminación, violación de los derechos humanos, terrorismo, represión, asesinatos y demás demonios que se enredan entre los crímenes y pecados del fanatismo. Que a menudo se disfraza de virtud y santidad.

-Si usted lo dice, padre. En el fondo la raíz de todo ello es la falta de pluralismo.

-Exacto, hijo. Los fanáticos, antes de matar asesinan el pluralismo, la aceptación de los demás. Por eso son maniqueos. El intransigente absolutiza su propia verdad. Sea que esta coincida con la verdad mayoritariamente aceptada, en la que él cree, sea que se invente una verdad y la eleve al rango de absoluta.

-Así las cosas, para el fanático y el intransigente los demás son los malos, ¿cierto, tío?

-Sí, los otros, es decir los que piensan distinto o son distintos, son calificados de malos, de vitandos y peligrosos, precisamente por eso, porque piensan distinto, porque son diferentes, porque tienen otra piel o credo, otra etnia o cultura, otro comportamiento sexual.

-Y entonces se concluye que no basta con excomulgarlos, sino que hay que llevarlos a la hoguera. Son herejes. No basta encerrarlos en guetos, hay que exterminarlos.

-Lamentablemente, esa es la historia. Lo dicho: la intransigencia es la madre de todas las violencias. Es bueno, muchacho, que en todas las actividades de la vida practiques el pluralismo, la aceptación de los demás. No lo olvides. En el fondo de las violencias serpentean la radicalización, el fanatismo, la intransigencia. Que son enfermedades contagiosas.

-Buen consejo, padre. No solo para entender el terrorismo del Estado Islámico, sino también para enfrentar las intransigencias que estamos viviendo en Colombia, por culpa de la guerra o por culpa de la paz.

-Tú lo has dicho. Y bajémonos de esa nube de que los buenos somos más.