Columnistas

El DEBATE

13 de abril de 2016

Se equivocaron de tema los senadores de la oposición, que en vez de hacer un debate al ministro de Hacienda sobre la situación económica nacional, se lanzaron a decapitarlo por la venta de Isagén, con una moción de censura que estaba condenada al fracaso. Las mayoritarias bancadas gobiernistas aplastaron ayer la moción de castigo en la plenaria del Senado. Queda sí, en mora, la oposición de hacer un juicio riguroso al estado de la economía colombiana. Asuntos como la situación del comercio exterior, el déficit fiscal, la deuda externa, la inflación, están en lista de espera.

Nuestro comercio exterior va mal. No solo el déficit de cuenta corriente que ya supera el 6 % del PIB, sino que las exportaciones siguen cayendo. En los dos primeros meses del año el descenso, en comparación con los dos primeros meses de 2015, fue del 31 %. Según el Banco Mundial nos superan en exportaciones per cápita Chile, Panamá, México y Uruguay. Y lo peor, Venezuela, Ecuador, Paraguay y hasta Bolivia, algunos de ellos también perjudicados con la caída de los precios del petróleo.

La deuda externa creció en un 10 % el año pasado. Se acerca a los 112 mil millones de dólares, lo que representa cerca del 40 % del PIB. “Los costos de las vigencias futuras presupuestales ya comprometidas –según laborioso estudio de Primero Colombia– son del 11 % del PIB, cifra que preocupa a las calificadoras de riesgos, lo que podría afectar el grado de inversión y los créditos de desarrollo con la banca multilateral”.

La inflación está disparada. El costo de vida ya se va tragando, apenas comenzando el año, los reajustes del salario mínimo. Anualizada la cifra del IPC, llega al 8 % y para los estratos bajos, aquellos que reciben salario mínimo con reajustes mínimos, va por los lados del 8,5 %. En los tres primeros meses de este 2016, la inflación es del 3,55 %. Con el agravante de que el renglón de alimentos registra alzas superiores al 12 %. Así la comida escasea y se obliga a guardar dieta forzada a las clases medias bajas y populares.

Pero la inequidad que revelaba hace poco la Cepal al situar a Colombia entre las naciones más desiguales del continente, sigue viva. Se agrava la deuda social, no solo por el alto costo de vida, sino por la desprotección de más del 22 % de los trabajadores asalariados que no están afiliados al sistema de riesgos laborales y del 32 % que no goza de ningún régimen de cesantías. Cifra análoga está por fuera del sistema de compensación familiar. Estado y empleadores incumplen y violan las disposiciones éticas y legales.

La oposición, en vez de darse golpes contra la pared, debe confrontar al ministro de Hacienda. Máxime cuando se anuncia una drástica reforma tributaria. Esta, según avances sobre su contenido, golpeará ante todo a asalariados, pensionados, clases medias y populares. Debe enfrentarlo con cifras y argumentos macizos para desvirtuar la inequidad y codicia alcabalera. Y no irse por el tremendismo oratorio y la grandilocuencia verbal, para que no le suceda lo del canario pastuso, que lo ahogó su propio canto.