EL SENADOR “DOMINGO SIETE”
Don Gabriel Vergara era un pariente mío, que tenía un mal genio permanente. Era un buen mozo, según opinaban las damas de la época y tenía una novia que la llamaban “La Avioneta”, no sé por qué razón.
Por algún motivo, debió comparecer don Gabriel al juzgado promiscuo, como testigo de un proceso y el secretario del juzgado empezó:
--Dígame sus datos, don Gabriel: nombres, apellidos, número de cédula, profesión etc.
El secretario, Saulo Montoya que conocía muy bien a su amigo iba escribiendo de memoria los datos de Gabriel, sin que este pronunciara palabra, pero de pronto dijo:
--Oíste, maldito Sapo, (así llamaban a Saulo) ¿qué me pusiste de profesión?
--Hombre Gabriel, yo te puse aviador. ¿O vas a renegar de tu novia?
Esta semana leímos muy buenos artículos como el de doña Enoris Restrepo de Martínez, “Antioquia, el departamento más endeudado” y el de Ana Cristina Aristizábal, “Gobierno con dudosa capacidad de diálogo”, artículos inteligentes, escritos con lógica. Pero no falta la nota discordante para componer este sancocho de opiniones de los opinadores que uno lee, por ser amigos.
El senador Alfredo Ramos Maya se vino con sus opiniones burleteras en un periódico capitalino, sobre el discurso de posesión del gobernador Luis Pérez, a los veinte días de haber asumido la gobernación. Bien pudo haberlo hecho más a tiempo. Cada uno tiene derecho a manifestar su opinión, pero cuando se está representando un partido político tan importante, como el Centro Democrático, y se tiene la dignidad de senador de ese grupo, hubiera sido mejor que el joven senador, novicio en la política, hubiera medido las consecuencias de lo que sus críticas pueden causar en el electorado de su partido y los apoyos que como corriente política hayan tomado sus directivas.
Me precio de la amistad con la familia Ramos Maya, a la que me unen profundos y sinceros lazos, más, cuando el exgobernador y exministro, Luis Alfredo Ramos y María Eugenia, sus padres, acaban de cumplir cuarenta años de matrimonio separados por una decisión judicial que nadie puede entender. Las ofensas de los amigos, duelen mucho más y considero amigo al hijo mayor de mis amigos.
Menos mal que los directivos del Centro Democrático salieron a explicar ante la opinión pública que las opiniones del joven senador eran suyas y no de su partido.
Al joven Alfredo sí que le convendría pensar, antes de opinar, en aquella sentencia del Eclesiastés: “Hay tiempo de hablar y tiempo de callar”.
En el viejo cuento español de Castilla y León “El Patio de las Brujas”, un leñador se topa con un aquelarre de brujas que bailan alrededor de una hoguera, cantando: “Lunes y martes y miércoles tres”. Al campesino le cansa el sonsonete y les susurra: “Jueves y viernes y sábado seis.”
A las novias del diablo les encanta el complemento y le obsequian costalados de monedas de oro. Pero a un envidioso vecino le dio por aparecérseles a las brujildas y les sopla: “Domingo siete”.
Por supuesto ese petardo lo castigan con tremenda paliza y así quedó de “domingo siete”.
ÑAPA. No hay dinero con qué pagar sueldos en el Hospital de San Vicente por tres meses. Nuestro hospital insignia, al que todos los antioqueños tenemos algo que agradecer. El señor ministro de Salud, hermanito de Rabo de Ají, solo piensa en que las colombianas no se dejen embarazar por temor al mosquito del zika. “¿Quo vadis, Dómine?” ¿Cómo le pagamos al personal del San Vicente?.