Formar
Enciendo la radio y muero un poco, siento que mi vida se acorta, leo los diarios y vuelvo a morir, cada día, de la mañana a la noche, cada comentarista, periodista o editorialista nos convoca a morir un poco en un ritual que se extiende del amanecer a la tarde en el que descendemos hacia un ahora incierto. Para fortuna nuestra seguimos vivos de muchas maneras a pesar de ellos, o aún mejor (?), en permanente convivencia con ellos. Cada noticia nos empuja al abismo, nos reúne alrededor del final de una país ya inviable en mil sentidos, nos confirma que ahora sí, con cada nueva revelación, por fin conoceremos la sima y descenderemos en picada al siguiente anillo de esta comedia, que poco tiene de divina. Al caos diario, le siguen la desazón y la ruina, que los periodistas han convertido en nuestra rutina, transitamos con pasmosa facilidad del cielo al infierno y convertimos al héroe en villano en apenas segundos. Ahora descubren que Santos mintió, que también hay dineros de más en su campaña de reelección, que la picaresca de todos también toca al de Fico y al mismísimo Fico, mentirosillos ambos, que la ciudad sin dinero es incapaz de ser o aspirar a nada, que cada título y adjetivo que añadimos a ella se compra y que todos son la campaña publicitaria que impulsará al gobernante de turno al siguiente peldaño, y también nos convocan a la desazón otros, que los micrófonos amplifican y que hacen del perifoneo un arte. ¿Confiar? En qué o quiénes. ¿Creer? En qué o quiénes. Caen y colapsan las redes, caemos en la trampa de ellas, ese espejismo es hoy la realidad, ahí nos desplazamos eternamente en una proyección.
Porque aquí se trata de señalar para lograr atención, no de crear contexto y analizar para que los seres humanos corrientes entendamos causas y consecuencias de los hechos, se trata de que el sujeto tome posición y no de que construya opinión, argumentar no es posible, debatir parece inviable, ampliar el diálogo es un sinsentido para muchos, demoler, despotricar y descalificar es la norma de tantos, se adjetiviza y se aparenta falsa erudición, se despachan gritos y risas a raudales, se tremendiza sin ton pero sí con mucho son, se juzga, condena y señala sin medir consecuencia alguna, parecemos empeñados en desacreditarnos los unos a los otros, en conducir el país a ese territorio sombrío de la deshumanización, la polarización es una ruta certera hacia ese norte, cada noticia o suceso narrado pareciera buscar como objetivo minar nuestra confianza en el otro y en los otros.
Seguimos ahí, anestesiados, incapaces de decir basta frente a una realidad que demuele, se asesina al líder que construye y hace madurar la sociedad civil, se pretende asesinar al deportista que falla (ya lo hicimos antes), se arrea el símbolo de un colectivo para aparentar superioridad moral, y muchos insisten en que somos así, puede que sí, pero al menos deberíamos empezar a luchar por cambiar.
Antes de despertar los ojos deberíamos despertar los oídos, me dice sabiamente el taxista que me lleva al trabajo ... escuchar activamente es la clave, construir opinión, un camino.