Hans Küng, teólogo de la posmodernidad
El 6 de abril murió el teólogo católico suizo Hans Küng. Falleció a los 93 años en Tubinga (Alemania), donde vivió dedicado a la investigación, la enseñanza y la divulgación de la ciencia teológica. Con el alemán Joseph Ratzinger, once meses más joven que él, hizo parte de la pléyade de pensadores y escritores que iluminaron el Concilio Vaticano II y propiciaron el “aggiornamento” de la iglesia católica. Con ellos se dio la ruptura histórica que impulsó Juan XXIII y que, por ironías de la historia, se empezó a desdibujar con la llegada al trono de san Pedro del polaco Juan Pablo II y Benedicto XVI, su viejo colega.
Küng y Ratzinger, cercanos y lejanos al mismo tiempo, confrontados y distanciados en tantos temas religiosos y teológicos, personifican las luces y las sombras del catolicismo contemporáneo. Al lado de otros grandes pensadores católicos y no católicos, que sería largo enumerar, encarnan el no tan glorioso final del siglo pasado y el deprimente comienzo del tercer milenio.
Hans Küng había nacido en Sursee (Lucerna, Suiza). Ordenado sacerdote en 1954, consiguió su licenciatura como teólogo en 1955 con una tesis sobre el teólogo protestante alemán Karl Barth. Ya empezaba a perfilarse su andadura ecuménica y su apostolado de pluralismo confesional que abogaba por el diálogo de las religiones. Se doctoró en la Sorbona de París y luego se instaló definitivamente en la Universidad de Tubinga, adonde llevó a Ratzinger.
Además de su docencia en la facultad de Teología Ecuménica, que así se llamó su cátedra luego de que Roma le prohibiera enseñar teología católica, fue autor de por lo menos 50 obras y de incontables artículos e investigaciones. Su profusa producción fue recibida con más entusiasmo fuera que dentro de la Iglesia Católica. El Papa polaco le prohibió enseñar teología por su oposición a la Infalibiliad papal, entre otros motivos.
Mencionaría tres libros entre su rica y profunda bibliografía: “Ser cristiano” (1974) “Credo” (1992) e “¿Infalible?”(1970).” Dedicó los últimos años a proponer y defender una Ética Global (“Weltethos” en alemán), para lo cual creó y dirigió la institución llamada Global Ethics Foundation, de aliento internacional. Fue el teólogo que si no logró reconciliar a la Iglesia con la Modernidad, sí consiguió iluminar su misión en el mundo de la Posmodernidad. Pero de eso hablaremos después.
La figura de Hans Küng era atractiva y desconplicada, sin poses ni hábitos clericales. Sin misterios, aunque siempre abierto al misterio. Se definía a sí mismo como “un idealista sin ilusiones”. E hizo esta valiosa y valiente confesión: “No tengo un optimismo fácil, sino una esperanza seria”. Paz en su tumba