Paisajes
Menos treinta grados centígrados alcanza el termómetro en Bariloche, Argentina, cientos de vuelos cancelados impiden que los turistas salgan de la ciudad; dicen los expertos que en 75 años, excepto la Patagonia y Los Andes, Chile se hundirá debido al calentamiento global, algo similar sucederá con nuestras costas, el mapa del mundo será otro, la geografía se transformará irremediablemente, Trump niega fehacientemente que el cambio climático exista, seguramente porque para él este representa una amenaza para su medida de progreso y bienestar, que es solo económica, tarde o temprano la presión ciudadana terminará por hacer que lo reconozca.
Hemos alterado y modificado el paisaje y el mundo de forma dramática, en nuestro país, paradójicamente, la guerra ha permitido que sobrevivan algunas zonas con lugares idílicos en los que fauna y flora aún permanecen casi intactas, estoy seguro sin embargo, que en todos lados, hay un elemento común, la ingente presencia de empaques de cualquier tipo, las bolsas y desechos presentes en el paisaje desértico de La Guajira impresionan casi tanto como sus inmensas planicies, allí, todo va al suelo, montañas, playas y mares están invadidos de bolsas y botellas. La tendrán dura los arqueólogos del futuro, lo que hallarán en estos paisajes alterados seguramente los abrumará y les permitirá definir nuestra época como la del D.P. (después del plástico), somos una especie de homo plasticus. Un artículo publicado en el New York Times la semana que termina, describe una realidad sombría, “desde los años 50 se han producido alrededor de 8,3 billones métricos de toneladas de plástico, la mitad desde 2004, de ellos se han arrojado al ambiente 6,3 billones métricos, como el plástico no se degrada de manera natural, estos desechos se encuentran en el paisaje, flotan en los océanos o se apilan en las calles y ciudades”.
El autor del estudio en el que se basa la nota es Roland Geyer que lidera un equipo de especialistas de las universidades de California, Santa Bárbara, Georgia y de la Asociación de Educación Marina, ellos obtuvieron los datos de múltiples fuentes.
“En 2050 lo acumulado superará por mucho las doce toneladas de billones métricos (una tonelada métrica es una unidad de masa equivalente a la masa de un metro cúbico de agua dulce o a 1,1 toneladas de las que conocemos usted y yo), los científicos calculan que al año ingresan a los océanos entre cinco y trece millones de toneladas métricas de plástico. Sin embargo una de las formas más comunes de contaminación son las partículas microscópicas de las fibras sintéticas, presentes especialmente en el vestuario”.
La mayoría del plástico que es arrojado al ambiente (aproximadamente un 54 %) proviene de elementos de empaque, que usamos menos de un año y muchas veces una sola vez, de lo arrojado (6,3 billones de toneladas métricas) aproximadamente el 12 % se ha incinerado, 9 % se ha reciclado y el 60 % se encuentra disperso en el paisaje. Dicen los expertos que reciclar es un camino, pero no garantiza la disminución de la producción, estamos ante una realidad en la que las montañas de residuos, están reemplazando prados y colinas.
El problema no son las bolsas o los pitillos, el impuesto o el desestímulo, el problema está en nosotros, en el consumo, no en los otros, es hora de actuar.