PARTIDA SIN PERMISO
En la década de los 70 del siglo pasado, conocí al doctor Pablo Arango Álvarez en una agradable montada a caballo en la finca de Humberto Franco en Llananogrande. Cuando escuchó mi nombre, dijo:
--¡Ah! ¿Usted es uno que no hace sino criticar a mi amigo Jaime Sierra García por la prensa?
Tuve una larga amistad con Pablo, entre política, caballos y subastas ganaderas. Gran conversador, amigo sincero, sectario como político, mamagallista y enamorado. Estornudaba y producía un libro.
Fueron famosos sus almuerzos los 28 de diciembre en su finca de El Retiro y su amistad y devoción por el presidente Álvaro Uribe.
Reciente estaba nuestra amistad, cuando nos enfrentamos en la Asamblea Departamental, por un decreto firmado por un secretario de Hacienda del grupo del doctor Bernardo Guerra, Pedro Pablo Betancur, que les otorgaba 14 estanquillos de licores a sendos empresarios liberales. A ningún otro partido político le dieron nada. Los conservadores nos encrespamos y prendimos la Duma. Pablo pidió la palabra para decir:
--¡Bien hecho, señor secretario: estanquillos para los liberales y garrote para los godos!
Vamos a extrañar a Pablo sus amigos de Urabá en Suganar, en El Retiro y los de Unaula.
Duele que estos amigos se vayan de este mundo por un callejón silencioso y sin permiso de sus familiares y amistades, cuando no se les puede hacer un homenaje que llene los templos e inunde las páginas de los periódicos de avisos y menciones, por culpa del tal encierro.
Así se nos fue Juan Guillermo Valencia Ochoa, otro buen amigo que dejó trayectoria de lealtades y convicciones. Más conocido como Pereque, Juan Guillermo fue un defensor de Comfenalco, la Universidad de Medellín y su rector Federico Estrada Vélez, sus compañeros en el gabinete de José Jaime Nicholls y los de la barra donde don John Restrepo no lo olvidamos y se fue callado como se fue Martín Duque, miembro de una familia de abogados conservadores y cultivadores del buen humor y la inteligencia. Por culpa del coronavirus se fueron sin ceremonia especial con un merecido público que los hubiera acompañado acongojado pero gustoso de rendirles homenaje.
En silencio también y por la misma causa de este encierro esterilizado, se fue sin despedirse don Luis Carlos Bravo, con quien tantas luchas dimos en el gremio del calzado desde Croydon en Fenalco y mi amigo caballista y gran señor Humberto Restrepo Londoño, ejemplo de prudencia y cordura que tanto he añorado yo. Yo sé que me faltan más, pero este papel no estira. Espero que paren ya las muertes de mis amigos.
Ñapa: Afortunadamente resultó falsa la noticia autoproclamada del cáncer esofárico de don Gustavo Petro. Ese senador hubiera hecho mucha falta en Colombia para distraer la atención. Pero el mismo nos contó que el cáncer no existe y que por lo tanto, era un falso positivo.
Ahora con qué nos saldrá su amiguita alcaldesa Claudia Nayibe con su afán de proselitismo.