Trenes de medianoche
En esta nueva realidad pospandémica, en la que volvimos a practicar muchas costumbres de siempre, pero en la que a la vez buscamos soluciones para problemas que se nos vinieron encima, un grupo de franceses ha lanzado un proyecto que, aunque comercial, no deja de tener su lado romántico. Se trata de los trenes-hotel, llamados Trenes de medianoche, que, en palabras de sus impulsores, “responden al deseo profundo de viajar y descubrir el mundo, pero con respeto por la crisis planetaria”.
El continente europeo siempre ha funcionado con sus trenes, un sector que tiene alrededor de 200 años, pero que en los últimos tiempos había perdido mucho brillo debido a tanto vuelo low cost. Lo que la gente no había tenido en cuenta es que, aparte de las altas emisiones de carbono (la aviación produce el 2 por ciento mundial), una hora de vuelo equivale realmente a cuatro horas puerta a puerta. Entonces, un grupo de nostálgicos ha decidido reinventar la experiencia del tren nocturno inspirándose en los viajes de los años 20, pero con la premisa de la sostenibilidad moderna. Porque pasar del avión al tren sí contribuye a solucionar el problema medioambiental en alguna medida.
La idea es conectar a París con 12 destinos europeos cuya distancia va desde los 800 hasta los 1.500 kilómetros e inaugurar así el comienzo de una gran era en la que se pueda viajar de noche con privacidad, seguridad y una buena cama. Y no se trata de revivir el lujo del Orient Express, cuyos precios escandalosos solo están permitidos a algunos pocos. Tampoco sufrir la incomodidad de viajar sentado toda una noche o compartiendo cabina con desconocidos. O alcanzar los límites de los trenes de alta velocidad. No, esta vez el objetivo es que el ciudadano medio pueda acceder a un servicio eficiente y cómodo, que se ahorre una noche de hotel y que además ayude a ser parte de la solución.
Pero lo que es más interesante aún es que ya otros países están poniendo en marcha este tipo de recorridos. Austria, Países Bajos, República Checa y Alemania están desarrollando sus propios planes para extender este concepto y responder así a una necesidad que se extiende.
Se hace inevitable, finalmente, recordar las historias de los abuelos sobre trenes que recorrían la geografía colombiana. Esas cinco áreas por las que se podía viajar (Central, Pacífico, Antioquia, Magdalena y Santander) se volvieron tema de un pasado casi macondiano. Pero vale la pena decir que muchas soluciones a problemas reales nacen de los sueños de nostálgicos románticos. Y esos abundan por estas tierras