Ciencia

La leucemia aumentó en Colombia un 12,15 % frente a 2024: ¿cómo detectarla a tiempo?

En 2025, Colombia ya registra más casos de leucemia linfoblástica aguda (LLA) que en todo 2024, lo cual revela un avance silencioso que suele pasar desapercibido entre el cansancio persistente, los moretones inexplicables y la palidez que muchos normalizan.

hace 17 minutos

En lo corrido de 2025, la leucemia linfoblástica aguda (LLA) ya superó las cifras de todo 2024 en Colombia, pues la Cuenta de Alto Costo reporta 3.703 casos atendidos este año, frente a 3.302 el año pasado: un aumento del 12,15 % en un cáncer que avanza rápido y casi siempre sin ruido.

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La LLA es un cáncer de la médula ósea que altera los linfocitos, células clave del sistema inmune, y afecta la producción normal de glóbulos rojos. Es, por definición, una enfermedad muy agresiva. Como resume el hematólogo Jesús María Hernández Rivas, del Hospital Universitario de Salamanca, “la llamamos aguda porque la persona no puede tenerla en el organismo y sobrevivir más allá de unos pocos meses”. En Colombia, distintos análisis coinciden en que la incidencia supera el promedio mundial y en que el impacto es mayor en niños y adultos jóvenes, como ocurre en otras poblaciones hispanas y latinas.

El peso de la enfermedad también se ve en la gravedad de los nuevos casos. Entre los adultos con diagnóstico reciente, el 63 % de los pacientes con LLA fue clasificado por riesgo y, de ellos, el 72,5 % terminó en la categoría de alto riesgo. Es decir, una proporción considerable llega al sistema cuando la afección ya tiene características biológicas desfavorables, lo que reduce el margen de maniobra de los equipos tratantes y hace más urgente detectar los síntomas iniciales.

En este contexto, el tiempo es un factor decisivo. “Lamentablemente no existe manera de prevenir, es una enfermedad que cuando se presenta no tenemos cómo adelantarnos a sus efectos. Sin embargo, lo que podemos hacer es diagnosticar más pronto”, explica el doctor Juan Alejandro Ospina, internista hematólogo de la Universidad Nacional y coordinador de hematología y trasplante del Instituto Nacional de Cancerología. Con base en registros nacionales y en la Cuenta de Alto Costo, advierte que, en adultos, el diagnóstico de LLA puede tardar entre dos y cuatro semanas desde la aparición de los síntomas, cuando el ideal sería confirmarla en cuestión de horas.

En menores de 18 años, el sistema responde algo mejor, pero aún no lo suficiente. En población pediátrica, el diagnóstico se confirma en promedio en tres días y el tratamiento inicia dentro de los diez días posteriores. El Plan Decenal de Salud Pública 2022–2031 fijó una meta más ambiciosa: que todos los niños y adolescentes con leucemia comiencen tratamiento en un máximo de cinco días. Alcanzarla implica que médicos generales, pediatras, hematólogos, laboratorios y aseguradores reconozcan los signos de alarma y activen sin trabas la ruta de atención.

¿Cuáles son los síntomas de la leucemia linfoblástica aguda (LLA)?

La enfermedad, sin embargo, se disfraza de síntomas cotidianos. La American Cancer Society describe entre los signos más frecuentes la sensación persistente de fatiga, la debilidad, el mareo, la dificultad para respirar, la piel pálida y las infecciones que no desaparecen o regresan una y otra vez. A estos se suman los cambios visibles en la sangre: moretones fáciles, pequeños puntos rojos o púrpura en la piel, hemorragias nasales, sangrado de encías o menstruaciones más abundantes, así como sudoración nocturna, pérdida del apetito y descenso de peso sin explicación clara.

Hay manifestaciones menos obvias que también deberían encender alarmas. La acumulación de células leucémicas en el hígado y el bazo puede producir hinchazón abdominal o sensación de llenura con poca comida. Cuando la LLA compromete huesos y articulaciones, el dolor se instala sin trauma previo y se vuelve persistente. Si las células llegan al sistema nervioso central, pueden aparecer dolor de cabeza intenso, vómitos, visión borrosa o problemas de equilibrio.

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En el subtipo de células T, el timo agrandado puede comprimir la tráquea y generar tos y dificultad respiratoria; si la presión se extiende a la vena cava superior, el síndrome resultante puede causar hinchazón del rostro y el cuello, cambios de coloración y mareos, un cuadro potencialmente mortal que exige atención inmediata.

Ante un abanico de síntomas tan inespecíficos, el primer filtro sigue siendo la sospecha clínica, y en ese sentido, la recomendación de los especialistas es clara: cuando el cansancio, los moretones, los sangrados o el dolor óseo persisten sin causa evidente, no basta con esperar a que “el cuerpo se reponga”. Consultar de inmediato, solicitar exámenes de sangre básicos y, si es necesario, remitir al paciente a hematología puede comprimir esa ventana de dos a cuatro semanas que hoy separa a muchos colombianos de un diagnóstico oportuno.

En paralelo a los ajustes del sistema de salud, también hay campañas que intentan hacer visible lo que suele ignorarse en el espejo. Con Oportuna: hay tonos y texturas que no deberían ser tendencia, Amgen Colombia, por ejemplo, busca que padres y adultos asocien las manchas y los moretones inusuales con una posible señal de alarma. “Desestimar la aparición de moretones o aprender a vivir con ellos puede hacernos perder tiempo y llegar muy tarde al diagnóstico lo cual compromete la vida”, recuerda Catalina Hoyos, gerente médica de la compañía.

Y es que, en un país donde la LLA ya crece a doble dígito frente al año anterior, prestar atención a esos detalles mínimos del cuerpo puede ser la diferencia entre darle ventaja a la enfermedad o ganarle.