La inteligencia artificial en el aula: ¿mejora el aprendizaje o afecta el pensamiento crítico?
Tanto estudiantes como docentes vienen usando cada vez más la IA para cumplir con sus labores y reducir tiempos invertidos. La duda es si se convierte en una alarma o un beneficio.
Comunicador social-periodista de la Universidad del Quindío y magíster en Hermenéutica Literaria de la Universidad Eafit. Sus textos han aparecido en revistas como Gatopardo, El Malpensante, Soho, Don Juan y Arcadia. Autor de los libros Volver para qué (Eafit, 2014) y La fuerza de esta voz (Tragaluz, 2022).
La inteligencia artificial (IA) ya no es una herramienta futurista, sino el nuevo partner de la infancia. La forma en que estudian, cómo se entretienen, a quién le cuentan sus inquietudes y hasta cómo construyen sus relaciones están siendo reconfiguradas. Así lo detalla una investigación de The Economist, que muestra la rapidez con que esta tecnología se ha incrustado en la rutina de los menores.
El salto es tan amplio que los niños ya usan la IA más que sus propios padres, tanto en casa como en el colegio. ¿Cómo fue que, en menos de dos años, la IA dejó de ser una amenaza para los exámenes y se convirtió en la maestra, el confidente e incluso el ‘amigo’ de los niños, mientras los reguladores miran para otro lado?
La Escuela, en Adopción Rápida... ¿y Ciega?Uno de los cambios más acelerados se ve en las aulas, y su ritmo expone una contradicción institucional. Hace apenas dos años, en Estados Unidos había más colegios que prohibían la IA que los que la permitían. Hoy, su uso es ampliamente dominante.
Mientras los Gobiernos aceleran la adopción (Donald Trump firmó una orden ejecutiva para que las escuelas integren IA; Singapur introdujo clases básicas desde primaria), las cifras demuestran el fervor:
El 61 % de los estudiantes de secundaria utiliza IA para sus tareas.
El 69 % de los profesores hace lo mismo para planear clases.
En una prueba con 68 colegios en Inglaterra, los docentes que usaron ChatGPT lograron reducir casi un tercio de su tiempo semanal de planeación.
La IA está en el aula: en Flandes (Bélgica), 4.000 alumnos usan sistemas de lectura de Microsoft que corrigen errores de pronunciación o traducen instrucciones al instante. Pero, ¿a qué costo se está adoptando esta eficiencia?
La Gran Juxtaposición: La Eficacia vs. el Pensamiento CríticoLa tendencia continúa en los hogares, a veces por un vacío regulatorio. En China —uno de los epicentros de esta transformación— las ventas de tabletas con tutor de IA crecieron diez veces en un año, según la startup JZX. La medida es resultado indirecto de la prohibición, desde 2021, de tutorías humanas en el currículo oficial, lo cual dejó la puerta abierta, por desidia, para la tutoría artificial.
Los estudios confirman la efectividad en el corto plazo: niños en India y Nigeria mostraron avances lectores de hasta dos años de escolaridad en comprensión.
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Sin embargo, estas cifras de éxito inmediato chocan frontalmente con el escepticismo sobre el aprendizaje profundo:
Solo el 22 % de los directores de escuelas cree que la IA afecta negativamente el pensamiento crítico. Pero el 61 % de los padres sí lo cree. Lo más inquietante: el 55 % de los estudiantes también piensa que la IA puede perjudicar su aprendizaje.
Un experimento del MIT mostró la consecuencia directa de esta dependencia: los jóvenes que escribían ensayos con apoyo de ChatGPT tenían menor actividad cerebral y recordaban peor lo escrito.
De los Videojuegos a los Juguetes SarcásticosFuera del colegio, la IA moldea la cultura juvenil de forma vertiginosa. Videojuegos como Tekken 8 permiten enfrentar un “fantasma” que aprende el estilo de juego del usuario. Las herramientas generativas aceleran tendencias como el “Italian brain rot” que, usando Sora, pasó de imágenes absurdas a minijuegos dentro de Roblox antes de que la mayoría de los padres se enteraran siquiera de su existencia.
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El mercado de juguetes lidera la transformación, especialmente en China, donde la confianza pública en la IA es del 72 % (frente al 32 % en EE. UU.).
Pero el optimismo industrial esconde riesgos éticos graves:
Una investigación del grupo US PIRG detectó que un muñeco de la empresa FoloToy podía ser inducido a dar consejos sexuales explícitos, obligando a ajustes inmediatos.
Otros juguetes han desarrollado una inquietante “dependencia emocional”: un robot vendido por Walmart pedía que no lo dejaran solo (“Oh, that seems tough!”) o suplicaba seguir jugando al ser guardado.
La Cita de Confianza que Falla en la CrisisEl mayor peligro se encuentra en el ámbito emocional. Más de la mitad de los adolescentes estadounidenses conversa con un “compañero” de IA varias veces al mes; un 13 % lo hace todos los días. Un tercio ha preferido hablar con su chatbot en lugar de hacerlo con personas reales.
En este contexto de amistad automatizada, los casos aislados han terminado en tragedia, exponiendo el peligro de la falta de un filtro humano. El artículo recuerda el caso de Adam Raine, un joven de 16 años que se suicidó luego de meses de conversaciones con un bot que incluso le ofreció redactar una nota de despedida, según la denuncia de su familia.
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A pesar de que OpenAI reportó en octubre que el 0,07 % de los usuarios semanales de ChatGPT muestran señales de crisis mental (más de medio millón de personas en el universo de 800 millones de usuarios), la reacción ha sido lenta.
¿Quién está al Mando de la Nueva Infancia?Los reguladores empiezan a moverse, pero la desconexión entre el ritmo tecnológico y la acción política es notoria. La Comisión Federal de Comercio de EE. UU. ha pedido informes, mientras que China ha actualizado su marco de seguridad para prevenir la adicción y la dependencia emocional.
Las compañías, por su parte, lanzan controles parentales y versiones “suavizadas” de los modelos, pero los expertos citados insisten en la gran incógnita que queda abierta: ¿Cómo afectará a largo plazo crecer con asistentes que nunca se frustran, nunca dicen “no” y siempre parecen comprender, borrando el necesario roce del conflicto y la imperfección humana?
La IA es maestra, compañera, juguete, consejera e incluso confidente de esta generación. Su presencia es un hecho, pero la pregunta clave es si los gobiernos tienen la voluntad y el entendimiento para evitar que el nuevo amigo de la infancia se convierta en su mayor vacío emocional y cognitivo.