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Cuidado con el ego: aprenda a reconocer sus propios límites

Las críticas nos hacen crecer como personas si controlamos la emoción negativa que producen, también si analizamos de dónde vienen y por qué. Enfréntelas constructivamente.

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30 de agosto de 2017

Respirar, contar hasta diez. “No escucho nada, lo mejor es ignorar”: habla el ego que quiere reafirmar su poder. Es exceso de autoestima, de amor propio, una barrera invisible que no deja ver que hay detrás y reacciona cuando las críticas o comentarios negativos atacan lanza en ristre. Esto puede presentarse tanto en el ámbito laboral como en el social, en los que estamos expuestos de forma permanente, con muchos dedos alrededor listos para señalar o simplemente para resaltar algunos detalles.

“Las personas tenemos la sensación de que nuestro ego es intocable, y cualquier cosa que lo toque lo puede lastimar”, explica Juan Carlos Posada Mejía, psicólogo clínico, “es una especie de filtro que nos lleva a la formulación de dos preguntas instantáneas: ¿quién me lo dice? y ¿con qué intención lo está haciendo?, entonces la reacción de cada individuo será proporcional”. Por ello es preciso fortalecer el autoconocimiento y la capacidad de autoanálisis, antes que la de reacción.

Un juego de emociones

Clasificar las críticas en constructivas y no constructivas permite comprender si los comentarios que llegan son para mejorar o para hacernos pasar un mal rato. Nuestro cerebro y nuestro sistema emocional deben ejercitarse para saber cuándo dejar el ego a un lado. “Si soy capaz de distinguir la situación debo permitirme reaccionar de manera distinta: desde ignorar y no prestarle atención, hasta asumir lo que me están diciendo como un inventario para el crecimiento personal”, complementa Posada.

Claves para el desapego

1. Todo lo que puedan decir de nosotros hay que entenderlo como la percepción (válida o no) que tiene otra persona. Se deben hacer constantes autoevaluaciones y con humildad reconocer que estamos lejos de ser perfectos.

2. Para entender las críticas no es necesario crear una fachada. Esto solo contribuye a la construcción de mentiras que, en cualquier momento, se pueden derrumbar.

3. “Yo no soy el centro del universo”. Esta premisa permite comprender que estamos expuestos a comentarios y críticas; por esto, es necesario el ejercicio de someterse al escrutinio público.

4. Es bueno preguntarles a los otros continuamente como nos perciben. Sin embargo, hay que estar atentos: en ocasiones los más cercanos a nosotros suelen mentir para no herir susceptibilidades.