Tendencias

Gastronomía entre letras

La magia de los ingredientes, recetas e historias que llenan de sabor nuestras cocinas inspiran las páginas de Paladares, una revista que circula cada mes para suscriptores de El Colombiano.

14 de septiembre de 2018

La comida ha permeado la literatura, el cine y la TV. Es un tema del que se habla con deleite.

Presentamos una selección de esas referencias que están presentes en la literatura universal y en la colombiana, así como en las series de televisión e internet donde la comida también es parte de la trama.

Natilla perfumada

María Teresa Andruetto

“Mejor que la leche pase tibia, por obra de tus manos, desde la vaca al cuenco asentado en tu vientre. Si es así, solo bastará espesarla a fuerza de harina o de fécula, mareando la blancura con una vara de madera. No olvides perfumarla con naranja seca, con limón , con ramas de canela. Y volverás a ser niño cuando la comas bajo la luna llena”.

La comedia humana

Honoré de Balzac

“El glotón es el sujeto menos estimable de la gastronomía, porque ignora su principio elemental: ¡el arte sublime de masticar!”

El amor en los tiempos del cólera

Gabriel García Márquez

(...) a partir de entonces, en la quinta de La Manga se sirvieron berenjenas en todas sus formas casi con tanta frecuencia como en el Palacio de Casalduero, y eran tan apetecidas por todos que el doctor Juvenal Urbino alegraba los ratos libres de la vejez repitiendo que quería tener otra hija para ponerle el nombre bien amado en la casa: Berenjena Urbino.

Juego de Tronos

“Había mucho más de lo que ella había pedido: pan caliente, mantequilla y miel y conservas de mora, una rebanada de tocino y un huevo cocido, una cuña de queso, una olla de té de menta. Y con ello vino Maester Luwin (...) Un sirviente se acercó. Pan, —le dijo Tyrion—, y dos de esos peces pequeños y una taza de esa buena cerveza oscura para pasarlos. Ah, y un poco de tocino. Quémelo hasta que se vuelva negro”.

La última escala del Tramp Steamer

Álvaro Mutis Jaramillo

“Cada remolcador tenía dos cabinas para pasajeros, quienes compartían con el capitán la comida preparada por dos cocineras jamaiquinas cuyos talentos no nos cansábamos de celebrar. La carne de cerdo con salsa de ciruelas pasas, el arroz con coco y plátano frito, las suculentas sopas de pescado del río y, lo que era complemento indispensable y siempre bienvenido, el jugo de pera con vodka que, al tiempo que refrescaba milagrosamente, nos dejaba en una espléndida disposición para disfrutar el siempre cambiante panorama del río y sus orillas en donde, gracias a la magia de esa bebida imponderable, sucedía todo en una lejanía aterciopelada y feliz que nunca intentábamos descifrar. (Valga acotar que siempre que los pasajeros más adictos al viaje en el remolcador intentamos repetir en tierra la mezcla de vodka y jugo de pera, sufríamos una desilusión irremisible. Sencillamente nos topábamos con una bebida imposible de tomar)”

Íntimas Suculencias. Tratado filosófico de cocina

Laura Esquivel

“Uno es lo que come, con quién lo come y cómo lo come. la nacionalidad donde uno fue dado a luz, no la determina el lugar sino los sabores y los olores que nos acompañan desde niño”.

Epígrafe de Srngarakarika, Humaradadatta (S. XII)

Isabel Allende

“Su aliento es como miel aromatizada con clavo de olor; su boca, deliciosa como un mango maduro. Besar su piel es como probar el loto. La cavidad de su ombligo oculta acopio de especias. Que placeres yacen después, la lengua lo sabe, pero no puede decirlo”.

Afrodita

Simón el Mago

Tomás Carrasquilla Naranjo

“Frutos me enseñó a rezar, me hacía dormir y velaba mi sueño; despertábame a la mañana con el tazón de chocolate.

¿Qué más? Cuando antes del almuerzo llegaba de la escuela, ya estaba Frutos esperándome con la arepa frita, el chicharrón y la tajada. La mejor de las comidas delicadas, en cuya elaboración intervenía Frutos —que casi siempre consistían en chocolate sin harina, conservón de brevas y longaniza— era para mí”.

En busca del tiempo perdido. Por el camino de Swann

Marcel Proust

“Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no, pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llama magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? (...)”

Mujeres al borde de un ataque de nervios

¿Qué tiene este gazpacho?”, pregunta el jefe de policía, encargado de desactivar una terrorífica célula de peligrosos chiítas.

“—Tomate, pepino, pimiento, cebolla, una puntita de ajo... Aceite, sal, vinagre, pan duro y agua, el secreto está en mezclarlo bien. A Iván le encanta cómo lo mezclo yo”, responde solemnemente Pepa (Carmen Maura).

Harry Potter y el prisionero de Azkaban

Es una tienda de golosinas, donde tienen de todo... Diablillos de pimienta que te hacen echar humo por la boca... y grandes bolas de chocolate rellenas de mousse de fresa y nata de cornualles, y plumas de azúcar que puedes chupar en clase y parecer que estás pensando lo que vas a escribir a continuación... explicó Ron

Selección y curaduría: Álvaro Ramírez Molina