Los cinco momentos más virales de 2025 que dominaron Internet y las redes sociales
Celebridades fuera de contexto, memes sin sentido y rituales solemnes transformados en espectáculo marcaron un año dominado por la viralidad y el consumo acelerado de la cultura pop.
En 2025, la conversación digital no se organizó alrededor de grandes hitos históricos, sino de una sucesión acelerada de escenas virales que dominaron las pantallas durante días y luego desaparecieron. Memes sin sentido, celebridades fuera de contexto, rituales solemnes convertidos en chiste y objetos diseñados para circular en redes sociales definieron un año marcado por la sobreexposición y el desgaste de la atención.
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Aquí cinco de los momentos que mejor condensaron ese fenómeno global, amplificado y medible también en Colombia a través de las tendencias de búsqueda.
1. Katy Perry besa el suelo tras regresar del espacio
En abril, Katy Perry participó en un vuelo suborbital de la nave New Shepard, de Blue Origin, junto a un grupo de mujeres invitadas. El viaje duró apenas 11 minutos, pero la escena que dominó Internet ocurrió al aterrizar: Perry descendió de la cápsula, se arrodilló y besó el suelo. El gesto, pensado como símbolo de gratitud, fue rápidamente reinterpretado como exagerado y performático y terminó como el verdadero protagonista de memes, parodias y comentarios irónicos, que incluso distintas marcas comerciales alentaron.
2. La cámara de besos en un concierto de Coldplay
Durante un concierto de Coldplay en Massachusetts, la tradicional cámara de besos enfocó a una pareja que reaccionó con nerviosismo extremo al verse en pantalla. Chris Martin, desde el escenario, bromeó con que “parecía que estaban teniendo una aventura”. Internet tomó nota. En cuestión de horas, usuarios identificaron a los protagonistas: eran el director ejecutivo y la jefa de recursos humanos de una empresa de inteligencia artificial llamada Astronomer. La escena se viralizó, los memes se multiplicaron y el escrutinio público fue inmediato. Días después, ambos renunciaron a sus cargos. Y así, lo que empezó como un momento incómodo en un concierto terminó convertido en un caso global sobre privacidad, poder y linchamiento digital.
3. “6-7”, el meme que no significa nada
Pocos fenómenos ilustraron mejor el sinsentido de la viralidad que “6-7”. La expresión surgió de una canción y explotó cuando un adolescente, consultado en un video viral, calificó su bebida de Starbucks diciendo “seis, siete”, sin mayor explicación. El gesto se replicó hasta el cansancio: en aulas, redes sociales y conversaciones cotidianas. No había significado, solo repetición. The New York Times lo describió como una “granada conversacional sin sentido”. En Colombia, según el Year in Search de Google, “67” apareció entre los memes más buscados del año.
4. El cónclave convertido en meme global
Tras la muerte del Papa Francisco y la elección de Papa León XIV, uno de los rituales más herméticos de la Iglesia católica terminó absorbido por la cultura de Internet. El interés coincidió con el estreno de la película Cónclave, protagonizada por Ralph Fiennes, que dramatiza las tensiones internas del proceso para elegir un nuevo pontífice. Esa mezcla entre ficción reciente y realidad histórica disparó la conversación digital. En redes circularon videos de cardenales caminando por el Vaticano, editados con música pop o convertidos en escenas humorísticas, incluidos clips de religiosos fumando o saludando solemnemente como si fueran personajes de una serie.
5. Labubu y la viralidad convertida en objeto
A diferencia de otros fenómenos virales del año, Labubu no nació del escándalo ni de la polémica, nació de la repetición paciente y la estética reconocible, pues el muñeco, una figura de rasgos gremlin, dientes puntiagudos y aire infantil producido por la empresa china Pop Mart, se expandió desde Asia hasta convertirse en un accesorio omnipresente en bolsos, vitrinas y redes sociales. Su consagración llegó cuando apareció en el desfile de Acción de Gracias de Macy’s, en Nueva York, elevado a escala monumental. Labubu representó una forma distinta de viralidad: la del consumo visual constante, donde el meme no se comparte, se compra y se exhibe.