Performative man: qué es y cómo identificar este nuevo arquetipo de masculinidad en redes
El performative man es un fenómeno cada vez más visible en redes sociales: hombres que proyectan una imagen de sensibilidad y conciencia emocional, pero cuyas acciones no siempre coinciden con su discurso. Entender qué significa y cómo identificarlo permite distinguir entre una masculinidad auténtica y una construida solo para la apariencia.
En la era de las redes sociales, donde la imagen personal se construye con la misma precisión que una marca, surge una figura que mezcla estética, discurso y aparente deconstrucción: el performative man.
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Se trata de una tendencia en la que, a primera vista, un hombre parece emocionalmente consciente, sensible y comprometido con causas sociales. Sin embargo, su sensibilidad suele ser más una puesta en escena que una práctica real.
De dónde viene el término
El concepto, popularizado recientemente, describe a hombres que proyectan una identidad cuidadosamente curada: hablan de feminismo, comparten reflexiones sobre salud mental y citan autores progresistas, pero sus acciones no siempre reflejan ese discurso, pues en vez de vivir la deconstrucción como un proceso profundo, la convierten en una herramienta de validación y estatus.
Este fenómeno se ha consolidado en un contexto donde la masculinidad tradicional está en crisis y existe una presión social por adoptar nuevos códigos. En lugar de rechazar esos cambios, el performative man los asimila superficialmente, adaptándolos a una estética atractiva y culturalmente codificada.
Señales que delatan al performative man
Detectar a un performative man no siempre es fácil, pero hay patrones claros. Según Marie Claire, su vulnerabilidad es instrumental: se muestra frágil para generar empatía, pero evita conversaciones profundas o incómodas. Suele exhibir coherencia en redes, pero incoherencia en la vida real: puede hablar de igualdad de género mientras reproduce comportamientos machistas o evade la responsabilidad por sus errores.
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Noir Magazine apunta a su impecable puesta en escena cultural: tote bags, vinilos, citas de Roland Barthes, fotografía analógica, y un guardarropa que parece listo para una bienal de arte. Todo ello compone un relato atractivo, pero no garantiza un compromiso real con las causas que dice defender.
Más que una moda, un síntoma cultural
Ahora bien, el performative man no es necesariamente un impostor malintencionado; representa una tensión más profunda: la dificultad masculina para habitar la vulnerabilidad real. En una época que premia la imagen y la narrativa personal, el riesgo es convertir el cambio en coreografía y la sensibilidad en un accesorio más.
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Las especialistas coinciden en que el reto no es “cancelar” a esta figura, sino reconocer cuándo la deconstrucción se queda en lo estético y cuándo se transforma en una práctica cotidiana. La autenticidad, en este caso, no se mide por publicaciones bien escritas, sino por la coherencia entre el discurso y la acción.