Por Sebastián Aguirre
@aguirresebas
Para escribir esta columna quise que mi mente estuviera en frío, luego de las emociones vividas la noche anterior en el Atanasio Girardot, en la que nuestro equipo triunfó con agonía 2-1 sobre Millos. No es conveniente, ni justo, escribir con la calentura en la que salimos del escenario muchos de quienes asistimos al partido, cuando teníamos un rival con signos vitales inexistentes, diezmado, entregado, y sufrimos de esa manera para quedarnos con los tres puntos.
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