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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Camila Sosa presentó este año el libro de cuentos Soy una tonta por quererte. Foto: cortesía Tusquets-María Palacios.
    Camila Sosa presentó este año el libro de cuentos Soy una tonta por quererte. Foto: cortesía Tusquets-María Palacios.
  • Foto Cortesía Tusquets-Guillermo Albrieu.
    Foto Cortesía Tusquets-Guillermo Albrieu.
  • Las Malas internacionalizó a Camila Sosa. Se ha publicado en varios idiomas y se han hecho más de 30 ediciones.
    Las Malas internacionalizó a Camila Sosa. Se ha publicado en varios idiomas y se han hecho más de 30 ediciones.

“Hace un tiempo que aprendí a no resistirme”

Camila Sosa es una escritora de Argentina. Su libro Las Malas le ha abierto las puertas a otros lectores. Es una de las invitadas a la Fiesta del Libro de Medellín.

Mónica Quintero Restrepo | Publicado

El editor Juan Forn le sugirió a Camila Sosa que escribiera cuentos para que la tomaran en serio como una narradora, que mostrara que podía escribir otras cosas más que Las Malas, ese libro de autoficción que ha sido traducido al francés, al inglés, al alemán, al croata, al italiano, al sueco y al portugués, y todo un éxito en ventas con más de 100.000 ejemplares vendidos y 20 ediciones. Ella escribió Soy una tonta por quererte, que se publicó en marzo. Forn se fue antes, murió en junio del año pasado, pero alcanzó a leerla (e incluso hasta pelearon).

P. 11. ¿Qué fueron a hacer Don Sosa y La Grace a ese lugar, después de atravesar un desierto completo en un descascarado Renault 18, casi a finales del 2008? Fueron a pedir que su hija travesti encontrara un mejor trabajo. ¿En qué trabajaba su hija travesti? Era prostituta, por supuesto.

—¿Tenía razón Juan Forn?

— Me siento bien, porque además los cuentos permiten una proliferación de situaciones y de personajes que a veces en una novela se ven reducidos. En Las Malas que es tan colorida y tan irreverente me permití teñirla de un par de criaturas, además como tenía que ver con un tiempo muy largo, bien podía suceder, pero en los cuentos la posibilidad de hacer muchas criaturas a la vez es muy placentera. También la posibilidad de no tener final jamás, muy a la manera de Las Mil y Una noches. Esa cosa del cuento no se termina y se puede llegar a continuar escribiendo hasta en la cabeza de los lectores. Algo, por otra parte, que me dicen muchísimo, es ¡ay, ese cuento daba para un libro entero!... y un poco sí.

—Cuando la describen siempre usan la palabra transgresora

—Supongo que es un elogio, ¿sabés? Hubo tantas transgresoras de verdad que se atrevieron a romper la cabeza de generaciones enteras que no sé si me lo merezco. Por otro lado, bueno, tal vez un poco transgresora o simplemente una misántropa.

Explota una risa.

—Alguien que tiene ganas de hacer una herida. Eso sí lo puedo reconocer, alguien que tiene ganas de lastimar un poco.

—¿Qué significa hacer una herida?

—Supongo que uno de los peores golpes que puede recibir una persona es su reflejo. Yo he tratado siempre de devolver algo de todo lo que me dieron con el lenguaje. Siempre tuve ganas de no quedarme con eso y pasarlo de nuevo a la sociedad. Eso es un golpe, claro, porque nadie está dispuesto a reconocer que es un transfóbico, que es un racista. Mira, hace poco vino Gabriela Wiener a la Argentina y dio una nota para una revista cultural y dijo Argentina es racista, y se lo tomaron fatal, fatal, fatal en los comentarios, y los comentarios todos eran racistas. Pienso que esa posibilidad de devolver determinados golpes con el lenguaje no se debe dejar pasar, contrario, hay que decir más lo que molesta. También estamos frente a una instancia de mucha corrección política por parte de los hacedores y por parte del público, lo cual ya pone las cosas mucho más difíciles para que una cultura se sane. Siempre que haya alguien que pueda molestar es bienvenido. Molestar sin ánimos de dañar a nadie, ¿verdad? Porque hay muchos provocadores y narcisistas en las redes, en los medios de comunicación, en la literatura, en el cine, etcétera, pero no sé si alcanzan a devolver una imagen o una cachetada que antes fue dada.

Las Malas. P. 35. Aquella fue la era de las flores en nuestro clan, a pesar de la condena a muerte de la que éramos víctimas. Fue la era de olernos entre nosotras como perras y polinizarnos.

***

Camila narra con fuerza, nada se guarda, describe, juega con el lenguaje, da golpes. Se siente la tristeza, el abrazo, la soledad, el miedo, la alegría.

—En Las Malas terminan casi todas muertas. Viste que dicen ay qué libro, que no sé qué, que no sé cuándo, como que es luminoso y no sé qué, pero ellas terminan casi todas muertas. Quedan muy pocas vivas de esas que inician la historia cuando se encuentran al Brillo de los ojos. En el teatro siempre hice lo mismo. De hecho, hay varias obras en las que la gente se levantaba y se iba en determinados momentos de una escena o de mucha violencia o de alguna extrañeza que no era bien recibida y la gente se levantaba y se retiraba. No con bronca, sino porque no soportaban esa imagen. Algo debo estar haciendo bien.

—Y es un libro que le ha llegado a mucha gente, a la que los mueve de alguna manera, les enseña

—Y algunos no entienden nada y también está muy bien. Algunos no saben leer y muchos llegan al libro porque es cool, porque está de moda leer a la travesti que se gana premios o la travesti que apareció en Tusquets. Supongo que hay mucha gente que llega al libro de esa manera y no sé con qué se quedarán, y otros se quedan con algo, se les revela algo que querían ignorar y está también muy bien. Lo cierto es que la circulación de un libro tristemente no depende de si está bien o está mal escrito, de si es o no buena literatura. Es una cuestión de suerte.

***

Foto Cortesía Tusquets-Guillermo Albrieu.
Foto Cortesía Tusquets-Guillermo Albrieu.

Aprendió a escribir a los cinco años. Escribía poemas y cartitas para sus profesores, su mamá, su papá. Las cartas fueron por mucho tiempo para decir lo que no se podía hablar de frente. Cuando le enseñaron de metáforas y de comparaciones y de análisis gramático experimentó con la escritura y la escritura fue parte de ella. Todos estaban de acuerdo en que era escritora: en su casa, en la escuela, en la universidad, sus papás, su familia, sus amigos, sus parejas. No acordaron con que fuera travesti, en cambio sí en que escribía y en que era actriz.

—La escritura es un gesto, como marcar el número de tu piso en el ascensor. Es un gesto muy natural que ni siquiera requiere de una preparación y es inevitable, no se puede parar el deseo de escribir. Escribo cuando quiera y a veces no escribo. Hace un tiempo que aprendí a no resistirme, a que las cosas se manifiestan. Son como son.

—¿Camila es una suma de cosas, todavía guarda algo de cuando fue Christian?

—Por supuesto. De todas maneras la identidad es una invención, también una cárcel. Desde hace un tiempo no digo más cosas referidas a mi identidad sino a mi experiencia: a la experiencia de haber sido una travesti latinoamericana hace 25 años atrás, hace 20 años atrás, hace 12 años atrás. Hablar desde la experiencia es un lujo, que es muy diferente al lujo de poder llamarse trans o llamarse ella y dejarse la barba. Muy diferente al lujo de llamarse no binario, de llamarse trans y no travesti. Un lujo que tiene que ver con el coraje, con la potencia que daba saber que estaba en lo correcto. A mí no me importa tanto ser feliz, como saber que estoy haciendo lo correcto, que tengo razón aun sabiendo que en Latinoamérica tener razón no sirve de nada. Tenía que comprender qué era eso correcto que estaba haciendo, que era seguir mi cuerpo, mis instintos incluso cuando no había una sola palabra para decir lo que a mí me pasaba e incluso cuando todo lo que había eran insultos. Seguí por la senda de la experiencia, que no fue detrás de una identidad. Eso vino después con el ruido de los movimientos políticos, de la Academia que se filtró y empezó a hablar de determinadas categorías, que para cada categoría hay una palabra, hay una marcada diferencia, pero yo no iba detrás de eso, yo iba detrás de la certeza de saber que eso era lo que tenía que hacer.

—El promedio de vida de las travestis es muy corto, 35 años. En Las Malas casi todas mueren, pero usted está viva. ¿Cómo lo ve en perspectiva?

—Creo que hasta ahora he tenido suerte porque además no estuve ajena a ninguna situación que no terminara en un asesinato o un travesticidio. Ahora mismo, hace dos días mataron a una chica que conocí de Santa Fe, la encontraron quemada sobre un charco de sangre. Parece que además fue su pareja. Tuve muchos amantes, delincuentes peligrosos que eran ladrones, que andaban armados, con navajas en los bolsillos. Yo podría haber terminado así, supongo que fue suerte. No ha sido ninguna inteligencia particular para sobrevivir. Lo que sí creo que me puso a salvo es el hecho de haber estado en la universidad, de haberme hecho amiga de gente que me dio una posible salvación o una posible vía de escape a la chatura de la vida de una prostituta cordobesa, que otras travestis no tuvieron ◘

$!Las Malas internacionalizó a Camila Sosa. Se ha publicado en varios idiomas y se han hecho más de 30 ediciones.
Las Malas internacionalizó a Camila Sosa. Se ha publicado en varios idiomas y se han hecho más de 30 ediciones.

Si quiere más información:

Mónica Quintero Restrepo

Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.

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