El editor Juan Forn le sugirió a Camila Sosa que escribiera cuentos para que la tomaran en serio como una narradora, que mostrara que podía escribir otras cosas más que Las Malas, ese libro de autoficción que ha sido traducido al francés, al inglés, al alemán, al croata, al italiano, al sueco y al portugués, y todo un éxito en ventas con más de 100.000 ejemplares vendidos y 20 ediciones. Ella escribió Soy una tonta por quererte, que se publicó en marzo. Forn se fue antes, murió en junio del año pasado, pero alcanzó a leerla (e incluso hasta pelearon).
P. 11. ¿Qué fueron a hacer Don Sosa y La Grace a ese lugar, después de atravesar un desierto completo en un descascarado Renault 18, casi a finales del 2008? Fueron a pedir que su hija travesti encontrara un mejor trabajo. ¿En qué trabajaba su hija travesti? Era prostituta, por supuesto.
—¿Tenía razón Juan Forn?
— Me siento bien, porque además los cuentos permiten una proliferación de situaciones y de personajes que a veces en una novela se ven reducidos. En Las Malas que es tan colorida y tan irreverente me permití teñirla de un par de criaturas, además como tenía que ver con un tiempo muy largo, bien podía suceder, pero en los cuentos la posibilidad de hacer muchas criaturas a la vez es muy placentera. También la posibilidad de no tener final jamás, muy a la manera de Las Mil y Una noches. Esa cosa del cuento no se termina y se puede llegar a continuar escribiendo hasta en la cabeza de los lectores. Algo, por otra parte, que me dicen muchísimo, es ¡ay, ese cuento daba para un libro entero!... y un poco sí.
—Cuando la describen siempre usan la palabra transgresora
—Supongo que es un elogio, ¿sabés? Hubo tantas transgresoras de verdad que se atrevieron a romper la cabeza de generaciones enteras que no sé si me lo merezco. Por otro lado, bueno, tal vez un poco transgresora o simplemente una misántropa.
Explota una risa.
—Alguien que tiene ganas de hacer una herida. Eso sí lo puedo reconocer, alguien que tiene ganas de lastimar un poco.
—¿Qué significa hacer una herida?
—Supongo que uno de los peores golpes que puede recibir una persona es su reflejo. Yo he tratado siempre de devolver algo de todo lo que me dieron con el lenguaje. Siempre tuve ganas de no quedarme con eso y pasarlo de nuevo a la sociedad. Eso es un golpe, claro, porque nadie está dispuesto a reconocer que es un transfóbico, que es un racista. Mira, hace poco vino Gabriela Wiener a la Argentina y dio una nota para una revista cultural y dijo Argentina es racista, y se lo tomaron fatal, fatal, fatal en los comentarios, y los comentarios todos eran racistas. Pienso que esa posibilidad de devolver determinados golpes con el lenguaje no se debe dejar pasar, contrario, hay que decir más lo que molesta. También estamos frente a una instancia de mucha corrección política por parte de los hacedores y por parte del público, lo cual ya pone las cosas mucho más difíciles para que una cultura se sane. Siempre que haya alguien que pueda molestar es bienvenido. Molestar sin ánimos de dañar a nadie, ¿verdad? Porque hay muchos provocadores y narcisistas en las redes, en los medios de comunicación, en la literatura, en el cine, etcétera, pero no sé si alcanzan a devolver una imagen o una cachetada que antes fue dada.
Las Malas. P. 35. Aquella fue la era de las flores en nuestro clan, a pesar de la condena a muerte de la que éramos víctimas. Fue la era de olernos entre nosotras como perras y polinizarnos.
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Camila narra con fuerza, nada se guarda, describe, juega con el lenguaje, da golpes. Se siente la tristeza, el abrazo, la soledad, el miedo, la alegría.
—En Las Malas terminan casi todas muertas. Viste que dicen ay qué libro, que no sé qué, que no sé cuándo, como que es luminoso y no sé qué, pero ellas terminan casi todas muertas. Quedan muy pocas vivas de esas que inician la historia cuando se encuentran al Brillo de los ojos. En el teatro siempre hice lo mismo. De hecho, hay varias obras en las que la gente se levantaba y se iba en determinados momentos de una escena o de mucha violencia o de alguna extrañeza que no era bien recibida y la gente se levantaba y se retiraba. No con bronca, sino porque no soportaban esa imagen. Algo debo estar haciendo bien.
—Y es un libro que le ha llegado a mucha gente, a la que los mueve de alguna manera, les enseña
—Y algunos no entienden nada y también está muy bien. Algunos no saben leer y muchos llegan al libro porque es cool, porque está de moda leer a la travesti que se gana premios o la travesti que apareció en Tusquets. Supongo que hay mucha gente que llega al libro de esa manera y no sé con qué se quedarán, y otros se quedan con algo, se les revela algo que querían ignorar y está también muy bien. Lo cierto es que la circulación de un libro tristemente no depende de si está bien o está mal escrito, de si es o no buena literatura. Es una cuestión de suerte.
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