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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • El estudio de Cecilia Espinosa Arango
  • El estudio de Cecilia Espinosa Arango
  • Cecilia Espinosa dice que su estudio es su “hábitat musical”.
    Cecilia Espinosa dice que su estudio es su “hábitat musical”.

El estudio de Cecilia Espinosa Arango

Kirvin Larios | Publicado

Antes de llegar a la primera puerta del segundo piso ya se aprecian los estantes repletos, las paredes llenas de cuadros y los carteles enmarcados del estudio. El conjunto tiene el orden que han decidido las manos de la artista, pero también hay cosas que solo el tiempo parece haber dispuesto allí: una acumulación de objetos más necesaria que excesiva en donde cada cosa comparte una atmósfera propia.

Antes de ser un estudio era el cuarto de los hermanos. Cuando ellos se fueron pasó a ser la morada de instrumentos musicales, escritorios, ordenadores, afiches de conciertos, fotos, archivos e incontadas partituras. La maestra Cecilia Espinosa convive entre ellos con comodidad, en una casa donde también vive su madre, una mujer casi centenaria, y donde al entrar destacan las acuarelas que pintaba su padre y el patio interior que él ideó, con un jardín muy verde adornado con tapas de tanques elevados que componen una elegante fuente de agua.

Son las diez de la mañana en el barrio Rosales. En la habitación del estudio, la luz se filtra por el ventanal del costado. En pocos días, Espinosa retornará a sus actividades de docencia en la Universidad Eafit, en el programa de música que ayudó a fundar y que en 2023 cumple 25 años. En días así, de vacaciones, es normal que se la pase en ese cuarto que describe como su “hábitat musical”, y al que llega por las noches o los fines de semana durante el calendario académico.

Para las fotos, la maestra sonríe tranquila, toca el piano, muestra sus cuadernos rayados con sus indicaciones hechas a lápiz. En los estantes de las paredes, los cuadernos argollados son partituras que ha utilizado en sus conciertos. Los tiene por doquier: en toda la casa y en otro estudio de la Universidad Eafit.

Cecilia abre al azar un cuaderno argollado. Se trata de una “suite” del músico y director de orquesta italiano Ottorino Respighi: “Antiche Danz Ed Aire”, que la maestra ha dirigido varias veces. Señala sus apuntes, escritos al margen o entre un pentagrama y otro: “Esto significa que aquí viene el oboe, el clarinete, el fagot, el corno o las cuerdas”, explica. “Y esta rayita de acá me indica que no vaya a saltar de aquí y a pasar la página”.

Cecilia lleva la batuta de dos importantes coros en Medellín: Coros Tonos Humanos y Coro de Cámara Arcadia, que desde el 2018 lleva su nombre. Con ambos ha participado en festivales, concursos y eventos internacionales. Ha recibido premios y reconocimientos, como la Orden Pedro Justo Berrío y Antioqueña de Oro que otorga la Gobernación de Antioquia, o los premios en los Concurso Corales Béla Bartók de Hungría y Guido de Arezzo de Italia. También es directora de la Orquesta Sinfónica de la Eafit.

“Me parece importante que hoy la mujer esté teniendo protagonismo en una profesión considerada netamente masculina”, dice mientras recorre los afiches y fotos colgados en las paredes o recostados en los anaqueles. En una imagen posa con el pintor Jorge Cárdenas, en otra con Christoph Hartmann, músico de la Orquesta Filarmónica de Berlín, y al menos en dos con el neurocientífico Rodolfo Llinás, con quien realizó el programa titulado “Música y cerebro” durante la inauguración del Parque Explora en 2007.

Cecilia tiene dos pianos: uno vertical y otro con control de volumen que le sirve para dar clases en línea y “para no molestar a los vecinos”. En sus conciertos usa sus cuadernos, pero en los ensayos, “a veces” tiene una tablet con las partituras. No se arriesgaría a usar una tablet en vivo, como a algunos colegas a los que se les ha paralizado la pantalla dejándolos con la varita arriba sin saber qué hacer.

Ella prefiere el contacto de la hoja, en las que ha ido preservando obras corales, instrumentales, para orquesta, para coro; y lo que estudia, lo que le sirve de material para las clases, lo que ha hecho ella. En su estudio también tiene un violín, una viola, y en otra habitación —le gusta la música antigua— guarda un clavecín.

Cecilia también es pionera. Tiene la “prueba”: un cartel de “La flauta mágica”, ópera de Mozart que dirigió en el año 2000 en Medellín. “Recientemente, un medio publicó que en Bogotá se había hecho por primera vez esa misma obra en Colombia, por otra mujer que dirige una opera. Es mentira y aquí está la prueba”, concluye.




Si quiere más información:

Kirvin Larios

Periodista cultural de EL COLOMBIANO. Autor de “Por eso yo me quedo en mi casa”. Es el gemelo zurdo.

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