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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • ¿Afro o negro? El debate alrededor de un término

¿Afro o negro? El debate alrededor de un término

Los cambios de significado de esta palabra a lo largo de la historia acompañan el camino de las comunidades afrodescendientes por la reinvindicación de sus derechos.

María Antonia Giraldo R. | Publicado

Actualmente, se entiende por “afroamericano” o “negro”, una persona que comparte un linaje que se puede rastrear directa o indirectamente a África, pero no necesariamente significan lo mismo, y los individuos pueden preferir un término sobre el otro. Lo mejor antes de referirse a alguien es preguntar.

Algunas personas negras no se identifican como afrodescendientes, porque significa conectarse con una amplia gama de historias, culturas y experiencias, que tal vez no les son familiares. Es un término muy amplio que hace referencia a la diáspora africana, que no hace parte de la historia de todas las personas negras. Otros pueden preferir que se refieran a ellos como negros, para deconstruir la categoría y afirmar su identidad.

En epidemiología y salud pública, el uso popular de estos términos por parte de los profesionales de la salud presenta un problema para los investigadores y las comparaciones regionales e internacionales, como señalan Charles Agyemang, Raj Bhopal y Marc Bruijnzeels en su revisión “Negro, Black, Black African, African Caribbean, African American or what? Labelling African origin populations in the health arena in the 21st century” (¿Negro, negro africano, afrocaribeño, afrodescendiente o qué? Etiquetado de las poblaciones de origen africano en el ámbito de la salud en el siglo XXI) (2005).

En el artículo se reconoce la importancia de la etnicidad como una categoría en la práctica médica y la investigación porque “encapsula factores culturales, conductuales y ambientales que aumentan el riesgo de enfermedad” (p. 1014), y aconsejan no utilizar los términos relacionados con la raza de carga más política y psicosocial porque generalmente son imprecisos. Además, concluyen que es necesaria la estandarización terminológica en este campo. Esto quiere decir que para la medicina es mejor evitar el término “afrodescendiente”, por su misma amplitud, es más conveniente la relación con el lugar de nacimiento y la forma de vida de la comunidad a la que se pertenece, que con el color de piel.

El término “negro” tiene sus raíces en latín, proveniente de la palabra española y portuguesa para el color negro. “Desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, ‘negro’ (más tarde en mayúsculas) se consideró el término correcto y adecuado para los afroamericanos, pero cayó en desgracia en la década de 1970 en los Estados Unidos”. (Registro Afroamericano, 2021)

Las marcas de resistencia en las palabras

En la década de 1960, “Negro” era la palabra más aceptada para referirse a una persona de piel oscura en Estados Unidos gracias al movimiento Black Power. El activista político Stokely Carmichael, primer ministro honorario de las Panteras Negras, lo aplicó como “un rechazo de las instituciones estadounidenses y una apelación al pluralismo” (Martin, 1991, p. 84).

Luego, “afrodescendiente” se convirtió en la palabra aceptada a fines de la década de 1980, cuando el activista de derechos humanos y pastor bautista Jesse Jackson comenzó una campaña para que se prefiriera. “Nos pone en nuestro contexto histórico adecuado. Cada grupo étnico en este país tiene una referencia a alguna base de tierra, alguna base cultural histórica. Los afroamericanos han alcanzado ese nivel de madurez cultural”. (traducción propia).

Sin embargo, hoy en día, con la prominencia del movimiento Black Lives Matter, “Negro” ha recuperado su popularidad, porque “afrodescendiente” deja fuera a las personas de piel negra que no se identifican con la herencia africana. Una vez más, como lo fue en la década de 1960, el grupo es más importante que el individuo. “Afrodescendiente” es aceptado, pero “Negro” es más popular (Eligon, 2020), con la primera letra en mayúscula, porque es un sustantivo propio, que se refiere a un grupo específico de personas con una identidad política compartida, es una forma de afirmarse con poder y respeto.

En el año 2000, Líela Arroyo escribió en el primer principio organizativo del Proceso de Comunidades Negras en Buenaventura: “Reafirmarnos como NEGR@S, nos convoca a adelantar un trabajo profundo hacia nuestro propio interior, hacia nuestras propias conciencias de tal manera que logremos transformar todas aquellas creencias, estereotipos e imaginarios que la cultura dominante nos ha inculcado y que ha tergiversado el SER NEGR@S”.

Este no es el único viaje terminológico que se puede hacer a través de la historia de las comunidades oprimidas. La nueva ola de feminismo y estudios de género han abierto el debate en torno a “hombre” o “mujer”, que hoy se definen lejos de la genitalidad y más cercanas a la identidad (Fauds, 2021). Conocer la historia de las palabras puede ayudar a tener comprensión óptima del pasado y a ver el camino que las comunidades oprimidas tuvieron que recorrer para sentarse en la mesa, incluso si su lucha no está cerca de terminar. La evolución es la fuerza que mueve a los humanos y sus lenguas.

Si quiere más información:

María Antonia Giraldo Rojas

Periodista cultural del área de Tendencias de EL COLOMBIANO.

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