Enfrentada al escrutinio del CAPTCHA* que me pide, de manera constante, probar que soy humana, quiero decir algo públicamente: no soy un robot.
Aunque los incentivos estén dispuestos para comportarme como uno, insisto en mi humanidad. No necesito demostrar mi capacidad para seleccionar todos los cuadros con bicicletas, cruces peatonales o hidrantes. Tampoco mi destreza visual para reconocer la imagen que no pertenece al grupo. Para probar que soy humana cuestiono las instrucciones que recibo para vivir y, cuando las acepto, evito seguirlas al pie de la letra. Me comunico de manera genuina y rechazo la estandarización en mis relaciones cotidianas. Trato de no ser predecible. Escucho. Elijo mantenerme permeable a las ideas que son ajenas a mi sistema y busco deliberadamente el cambio: de postura, de lugar, de punto de vista. Siento y estoy atenta a lo que se despierta en mí cuando mis sentidos se estimulan.
La creatividad y el pensamiento crítico están en peligro por el uso habitual de la inteligencia artificial. Según un estudio del SBS -Swiss Business School-, citado por The Guardian, existe una correlación significativa entre el uso corriente de IA y la disminución de las habilidades necesarias para desarrollar el pensamiento crítico. La interrupción de la navegación con el test de humanidad ha dejado de molestarme y se ha convertido en un recordatorio de mi compromiso político. Muy pronto los robots van a hackear el CAPTCHA y es importante que para entonces sepamos distinguir los rasgos definitivos de la humanidad mediante una prueba alternativa: la del fuego interior.
Ningún robot es capaz de conmoverse. Puede que sean capaces de simular las reacciones humanas y que estas sean lo suficientemente convincentes para que algunos crean que tienen sentimientos, sin embargo, las redes de información de las que están hechos los robots carecen de ese centro sensible que asociamos con el corazón. Nada que no sea humano puede sentir lo que arde adentro. Nada que no sea humano puede dejarse cambiar por ese fuego.
Más que una suma de capacidades cognitivas los humanos somos espacios sensibles que laten y se expanden para encontrarse con otros. En ese contacto vital, imposible de replicar con una materia distinta a la del cuerpo, podemos reconocer nuestra naturaleza y recordar nuestro poder.
*Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart.