En realidad, fueron 1130 días los que enmarcaron esa guerra (dizque de Mil días) que hoy se puede juzgar absurda. Los mismos civiles, todos con las mismas necesidades, enfrentados entre sí. Desconociéndose. Omitiendo el hecho de que unos nacían rojos y otros azules por simple azar. Para qué negarlo: nadie decide dónde ni en qué familia nace. Más notorio aún en ese entonces cuando la educación familiar era un proceso de inducción para darle continuidad a la ascendencia idiosincrática –hoy todavía...