Hace algunos días la revista Arcadia de la mano de Comfama publicaron un documento que propusieron escribir al entonces ministro de Salud y hoy rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria. La necesidad de volver a la ética.
El autor enmarca la discusión resaltando el avance silencioso y persistente de la humanidad: disminución de pobreza y hambre, también de guerras y enfermedades. Algo parecido a la teoría de Steven Pinker en su libro “En defensa de la ilustración”.
De manera contrapuesta, el documento también hace énfasis en el surgimiento de varios desafíos: el aumento de la desigualdad, el populismo y la pérdida de confianza en las instituciones democráticas.
Como antídoto a dichos desafíos, la lectura mencionada sugiere una lista de autores que “llaman la atención sobre la primacía de la libertad, (...) advierten sobre trampas del lenguaje”, “la propensión a enfrentar hechos incómodos, el abandono de ideologías por reflejo, el apego o la verdad”. Como el mejor suero contra los males que acechan, Alejandro Gaviria sugiere autores comprometidos con la defensa de la libertad y la dignidad humana. Entre ellos tres para resaltar:
George Orwell (1903-1950): de este muy viajado inglés resalta sus ideas de que el poder corrupto devalúa el lenguaje y el lenguaje devaluado exacerba la corrupción inicial. Ideas muy densas que buscan desarrollar la capacidad de identificar en las palabras en un discurso, la voluntad de minar una institución o una convención colectiva. Una habilidad de expertos hoy. De este autor vale la pena conocer no solo su biografía y su tránsito por las guerras, sino también la traducción de su vida en tres libros: La granja, y 1984. También algunos ensayos cortos publicados.
Milán Kundera (1929): de este “checoslovaco”, entre otras muy valiosas, se señala su pensamiento sobre el hecho de que la corrupción en muchos casos, no es una causa sino una consecuencia de problemas más complejos del Estado. De su falta de capacidades y la ausencia de proyectos y la misma reticencia de personas honestas y conocedoras a hacer parte del sector público.
Un campanario que retumba en los tímpanos para dejar de pensar que el diagnóstico está en el síntoma. Esto es, hacerse a un lado del síntoma de la corrupción e intentar resolverlo de raíz. Kundera también invita a llenarse de voluntad y hacer parte de la solución.
Vargas Llosa (1936): de este peruano que transitó entre el espectro político de izquierda a derecha y que dejó documentado su proceso en su libro La llamada de la tribu (un imperdible para conocer otros autores muy atractivos), se enfatiza la calumnia y el infundio que los noticieros legitiman y que se refugian en periodismo marginal. Vargas Llosa resalta que la realidad y la complejidad del mundo de hoy, no tiene cabida en medios de comunicación y critica su superficialidad. También el desinterés de los que se informan con titulares.
Los anteriores, son tres pilares ideológicos de varios que deben seguirse para retomar un rumbo ético en las discusiones. Para abstraerse de las discusiones infantiles y muy superficiales que hoy se admiten en programas radiales, televisivos y redes sociales. Para en cambio, ir a la profundidad de los problemas con un poco más de filosofía. Para definir la ética y entenderla. Para darle un norte claro y justificaciones a los pensamientos.
El documento que acá se menciona se encuentra fácilmente en internet buscando las palabras Necesidad de volver a la ética, Comfama y Arcadia. Este compendio de ideas, vale la pena releerse para invocar unos ideales sociales más grandes que los que hoy se pintan en el panorama.