Después de tanto hablar de innovación, intentar definirla, ejemplificar lo que es y lo que no es (columnas previas de la serie M), podrá resumirse de forma brutal.
La capacidad de innovar es un intangible. Este hecho configura quizás su mayor potencia. A la vez, también constituye la barrera más grande a superar para lograr materializar cualquier idea o proyecto que se tenga.
Sí, intangible. Suena etéreo, inmaterial, metafísico. Puede ponérsele incluso un calificativo que para algunos, y generalmente los más pragmáticos, termina siendo peyorativo: “espiritual”. Pero después de muchas vueltas dar y varias cosas pensar, eso es la innovación. Las lecturas recomendadas en este tema son dos libros: The culture code (Coyle) y Capitalism without capital (Haskel y Westlake).
La innovación es un intangible tan valioso y exclusivo que, de la misma forma que una cultura corporativa, no cabe ni se puede representar en los balances financieros de las compañías. Es tan escaso que cuesta años construirse: un equipo de personas aquiescente al cambio, ágil, elástico, versátil, resiliente, antifrágil (como define el término Nassim Taleb). Es tan contradictorio el término, que se puede ver, sentir y oler al entrar en una compañía o equipo de trabajo que cuenta con ese intangible. Se nota en esa química entre las personas, esa afinidad entre los pensamientos de quienes allí trabajan, esas metas comunes perseguidas por todos con la misma intensidad. Y aún así, no se puede cuantificar. Decir que esta compañía es un 4, 5 o 20 en innovación es inútil. De nada sirve. Una compañía innovadora muestra resultados sin necesariamente aparecer en escalafones.
Esa característica inmaterial que es la innovación, no sumará en los flujos de caja libre descontados para valorar la compañía. Y sin embargo, sin ese detalle, la compañía vale cero.
De la misma manera como la innovación es un intangible que aprecia las compañías, existen otros intangibles valiosos a otras escalas.
En las ciudades, el mayor valor y no necesariamente cuantificable como los recursos que transfieren las empresas públicas que son propiedad del municipio o el departamento, es el capital social. Otro intangible. Al igual que la innovación, queda resumido en la cultura. Esa palabra que podrá decir mucho o nada. Que suena absurdo pensar que pueda tener tanto efecto. Pero que después de reflexionarlo bien, condensa todas las dimensiones sociales. Es la cultura la que es capaz de moldear el comportamiento humano colectivo. Sea en equipos deportivos, empresas, ciudades, países. Es ese intangible imperceptible, el que logra la afinidad de pensamientos. La que permite el disenso de opiniones antes de lograr el consenso. La que admite grandes diferencias porque en esa diversidad está el valor social. La que se enriquece de múltiples perspectivas y que en esa variedad, explota todo su potencial.
El capital social es lo que perfila y define el destino de las personas que conviven bajo esas reglas colectivas. Funciona como un elemento aglutinante de opinión y, cuando ensambla bien las partes, cohesiona y adhiere opiniones. Cuando no, favorece las diferencias destructivas de opinión.
La cultura subyace la capacidad de innovar. También esos comportamientos ciudadanos que derivan en un crecimiento positivo colectivo. Uno que permite que todos mejoren su condición actual.
Ese intangible se alimenta de varias formas. La más importante de ellas, la educación, una palabra que amerita una serie entera.
Es probable que, este sea el momento de valorar las dos dimensiones. Las más cuantitativas como instrumento de administración para valorar y apreciar algunas características tangibles y materiales. Pero simultáneamente, ponderar también aquellas características más místicas y etéreas, aquellas inmateriales e intangibles que sin duda, tienen un efecto tan o más poderoso que la máquina más eficiente para lograr una producción.
La cultura es un intangible que debe comenzar a tenerse en cuenta a la hora de hacer las cuentas correctamente.
¿Cómo alimenta su cultura? Si lo hace, ¿cómo lo logra en la familia?, ¿el trabajo?, ¿su ciudad?, ¿su país? ¿Cree que la lectura, la música, el arte, y el silencio podrían ayudar?.