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Juan Manuel Alzate Vélez
Columnista

Juan Manuel Alzate Vélez

Publicado

9*. Descubrimiento

Por JUAN MANUEL ALZATE VÉLEZ

alzate.jm@gmail.com

Nació en una época de un despertar ideológico, la Ilustración. Periodo que disipó tinieblas de ignorancia mediante las luces del conocimiento y la razón. Nació en Berlín, un lugar privilegiado para la educación. Esa perla subvalorada por muchos en ese momento, hoy apreciada por todos.

Alexander von Humbolt (1769-1859), tuvo tantas profesiones como oportunidades vio para cumplir su sueño: visitar tierras lejanas, “conocer el mundo”. La vida y la naturaleza le agradecieron su empeño en cumplir su sueño al darle la oportunidad, no sin dificultades, pero si con muchísimos aprendizajes y gustos, de recorrer por tierra lo equivalente a la circunferencia del planeta en sus viajes expedicionarios. Fue sin duda, el primer “baulero”. No existían mochilas para viajar y llamarse “mochilero”.

Nacido en familia pudiente, pero desprendido de lo material, usó su herencia para buscar su futuro, su verdad. Tímido, callado, y seguro con alguna tristeza adentro.

Alexander von Humboldt se defendió como geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista, explorador prusiano, ministro, mentor, entre otras muchas. Sus especialidades barrieron etnografía, antropología, física, zoología (con énfasis en ornitología), climatología, oceanografía, astronomía, geografía, mineralogía, botánica, vulcanología.

Para resumir, basta con decir que su pasión corría en tres tiempos. Lectura intensa. Contrastarla con la realidad de sus viajes midiendo cuanta variable podía registrar, y experimentando. Extasiarse formulando, pensando y escribiendo conclusiones por cuenta propia. Cosmos, una de sus publicaciones, sigue siendo un libro icónico que todavía se imprime.

El hombre que conquistó el continente americano. Viajó sin miedo, sin esperar nada a cambio. Lo hizo por el simple placer de conocer, medir, tabular y formular fenómenos y comportamientos. Dejó a un lado sueños heroicos o de conquista.

Aunque Américo Vespucio (1452-1512) originó el nombre del continente al ser el primero en identificarlo en un mapa de la tierra, y el escéptico Cristóbal Colón (1451-1506) quien por accidente y esperando dar con Las Indias se topara con esta gran masa de tierra, el continente americano podría bien llamarse “Alexandría”.

Como en otras historias, von Humboldt llegó a Alexandría por ventura cuando su destino original era África, y los azares del destino lo trajeron a este poco estudiado lugar, en 1799. Desembarcó por Caracas, en Venezuela, recorrió la Orinoquía, regresó para luego subir por el río Magdalena hasta Bogotá a conocer el botánico José Celestino Mutis. Bajó a Ecuador y de ahí a Perú para luego subir a México, cruzarlo, llegar a Cuba y de ahí visitar a otro grande, Thomas Jefferson.

Este señor que privilegió la privacidad, la autonomía, la razón, el gusto por la vida, el placer de observar detenidamente, o por mejor decir, el contemplar la naturaleza, tuvo la osadía de proponer ideas nunca antes discutidas. De hablar de un hábitat natural. De definir un ecosistema. De introducir el concepto a través del cual, toda la naturaleza se relaciona: Unidad de la naturaleza. De reconocer que todos los organismos hacen parte de esto y se relacionan entre sí para darle sustento a algo más grande que las vidas individuales de plantas o de animales. Este individuo, que reconoció desde entonces los efectos negativos de la deforestación en la naturaleza y el clima, cambió la forma de hablar de muchos científicos en diferentes áreas al ofrecer una perspectiva transversal, capaz de vincular la biología con la geología y estos a su vez con el clima. Un sinnúmero de relaciones. Un pensador transversal.

Quedan cortas las palabras para reconocer sus méritos, para darle el estatus de real descubridor del continente al atreverse a visitarlo para caracterizarlo, sin violentar sus formas de vida, sino por el contrario, reconocerlas y valorarlas.

Hoy, gracias a von Humboldt se nombran más lugares en la tierra que con el de cualquier otra persona, y a pesar de esto, es uno de los científicos menos reconocidos.

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