Cuatro años después de los mal llamados acuerdos de paz con la narcoguerrilla de las Farc, la violencia se recrudece. El desarme de los insurgentes está estancado, con bloques disidentes aún activos, y la rendición de los otros matones, el Eln, encallada sin remisión. Hoy, cuando más estabilidad e inversiones necesita el país, surgen pistoleros por todas partes, dispuestos a devolver a Colombia al pasado, ese en el que durante medio siglo todas las gentes de bien fueron víctimas del terror desatado...