Los vergonzosos trinos de Gustavo Petro, durante los recientes disturbios en Bogotá, muestran hasta qué punto este personaje tiene incrustado en su ser ese espíritu profundamente violento, incendiario, criminal, que tienen los guerrilleros. Era fácil entender en sus trinos la satisfacción que sentía con los incendios, saqueos y desmanes que estaban sucediendo en la capital y en otras ciudades del país. No se trataba de sentimientos de pena o furia por la inaceptable muerte del ciudadano Javier Ordóñez a manos de unos policías. No, al contrario, se trataba de verdadero placer en contemplar el caos.
Seguramente se le aceleró el corazón pensando que Bogotá se había prendido. Que se estaba consumando su ansiada revolución y que, esa noche ¡caería el Gobierno! Quizá el pueblo miraría hacia él para tomar el poder y no tendría que esperar dos años a medirse en las urnas.
Petro dejó abundante muestra de su pensamiento violento en las redes sociales. Esos trinos quedaron grabados en nuestros celulares para siempre. Para verlos, repetirlos y compartirlos cada vez que a alguien se le olvide quién es realmente el jefe de la “Colombia Humana”. Para entender a través de esos trinos hasta qué punto Petro se deleita con los incendios de los CAI.
Vergonzoso verlo azuzar a sus seguidores para que se sumaran a los revoltosos. Provocar, incitar e instigar a las masas descontroladas; algo aprendido, con seguridad, de las cartillas comunistas. No importan las consecuencias, los destrozos, ni los muertos. Al contrario, entre más muertos mejor, más mártires para “la causa”. Hay que sacar partido de todo lo que ocurra. Hay que culpar al Gobierno por cada crimen cometido en Colombia, por narcos o terroristas.
A Petro esa noche se le estaba cumpliendo su más grande deseo: había caos, tal como lo anunció al comienzo del gobierno de Iván Duque. Esa noche se empleó a fondo contra las instituciones.
La muerte del señor Ordóñez, o de cualquier ciudadano, a manos de la policía es inaceptable. Lo ocurrido debe ser esclarecido seriamente; igual, lo ocurrido a los 11 muertos durante los disturbios. ¿Quién disparó, atropelló, asesinó a cada uno de ellos? Había vándalos armados. Los vimos en los medios. ¿Quién promueve, organiza y se beneficia del vandalismo? “Blanco es, gallina lo pone...”.
“El derecho a la protesta pacífica es esencial para cualquier democracia y comienza con el rechazo definitivo de cualquier acto de vandalismo y violencia destinado a generar miedo y desorden”. Con este comunicado del cuerpo diplomático de la Unión Europea estamos totalmente de acuerdo.
Al que azuce a los vándalos se le deben cobrar los destrozos, política y económicamente. Colombianos, ¡menos odio y más civismo!.