Eso es lo que quieren, acabar con Colombia. Y tengo que confesarles a mis lectores que estoy escribiendo con rabia y le pido a mi Dios que no me la quite antes de terminar este artículo, quiero terminarlo con rabia.
El presidente Duque, en cumplimiento de la Constitución Nacional, mandó al Ejército colombiano a controlar las manifestaciones violentas y criminales que se desarrollan en las calles de las principales ciudades.
En la Constitución de la República, artículo 189, que señala las funciones del presidente, numeral 3, se lee: “Dirigir la fuerza pública y disponer de ella como comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la República”. El numeral 4 le ordena: “Conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado”.
Pero, ahora, el Consejo de Estado, atribuyéndose funciones del Congreso de la República, al querer cambiar el mandato constitucional, le dice al presidente que no utilice el Ejército para controlar el orden público, deteriorado por unas fuerzas oscuras que atentan contra la vida de los ciudadanos, contra las entidades públicas, contra la propiedad privada, contra el libre desplazamiento de las personas, en fin, contra la Patria toda.
Estamos en el gobierno de una justicia politizada, que se excede en sus atribuciones, que quiere tomarse las del Congreso, que modifica la Constitución. No hablo sólo del Consejo de Estado, esta opinión cobija a todos los organismos de la justicia colombiana.
Estamos en lo peor de la historia, ya la gente no cree en las instituciones, los tres poderes se confunden, se lamenta más por un muerto vándalo que por uno producto del cumplimiento de la Constitución por parte de las fuerzas del orden. Una integrante del Esmad, agredida por la espalda por un delincuente traicionero, es ignorada como si no tuviera el derecho a la vida. La propiedad privada no merece ser respetada, el servicio de transporte público es interrumpido por los delincuentes, con esto impiden que los alimentos esenciales lleguen a los consumidores, las calles de las principales ciudades son bloqueadas por la quema de vehículos, los CAI son quemados y destruidos con los agentes adentro, los palacios de justicia se queman para desaparecer los expedientes comprometedores, lo que significa el caos completo. Las autoridades judiciales de brazos cruzados o mirando para otro lado, para el izquierdo.
Puede que sea injusto con la justicia. Pero si revisamos las encuestas realizadas en los últimos meses, encontramos malas calificaciones para ella y para el Congreso. Es tal vez la época en que esos poderes son los más mal calificados. No ganan la materia, no tienen credibilidad. En cambio, las fuerzas del orden cuentan con una credibilidad mayor. El ejército, la aviación, la armada y la policía forman esas fuerzas por las que, gracias a Dios y a la voluntad de sus integrantes, todavía podemos vivir en nuestra patria.
Hasta aquí la rabia, la cambio por el dolor.
Me ha dolido la muerte del amigo, del líder, del político Bernardo Guerra Serna. Reciban mi manifestación de pésame su señora Lucía y sus hijos Fanny Patricia, Federico, Bernardo Alejandro, Andrés, Juan José y toda su familia